Ferias taurinas
Y voló la imaginación de Talavante
- Madrid. Segunda de la Feria de Otoño. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados. Bravo y bueno el 1º, manejables 3º y 4º; de poco fondo 2º y 6º. Lleno.- El Cid, de teja y oro, dos pinchazos, estocada (silencio); dos pinchazos, estocada, aviso (silencio).- Alejandro Talavante, de malva y oro, pinchazo, estocada, dos descabellos, aviso (saludos); estocada (silencio).- Oliva Soto, que confirmaba alternativa, de caña y oro, dos pinchazos, estocada (silencio); pinchazo, estocada, aviso, dos descabellos (silencio).
Morían las banderas, sin viento que las moviera. No había excusas. Ni quién las sostuviera. Madrid a plaza llena, regusto otoñal de temporada que se acaba y una corrida de Núñez del Cuvillo. Número uno. Y de primera salió «Reolín», el toro que le hizo confirmar alternativa a Oliva Soto. Aunque hubo que esperar al tercero de la tarde para hacer volar la imaginación, que ése fue el chispazo con el que jugó Talavante para engancharnos en su faena. El factor sorpresa condicionó un trasteo de entrega y entusiasmo. Todo lo que deja de ser previsible engancha.
Echó el anzuelo
Y Talavante nos echó el anzuelo por delante, nada más comenzar, en unos estatuarios en el mismo centro del ruedo. Quizá llevaba un par de ellos, cuando cambió el rumbo y se pasó al toro por la espalda, un quiebro a la imaginación, al patrón que media plaza ya había diseñado. Metió ahí mismo, sí ya, en esa décima de segundo a la gente en la faena. ¿Psicología del toreo? Qué sé yo. Siguió por la derecha, bien, habría también toreo a izquierdas, tandas cortas, más abundante en el remate que en el toreo fundamental, pero sí variado y sorprendente. En ese laberinto encontró la sintonía final con el público en las bernadinas cambiando al toro el viaje en el último segundo. Tanto que le costó un achuchón con misiva de peligro. Era faena de oreja. Pero la espada se alió con el enemigo y ni oreja ni vuelta. Más bien pasó por la enfermería para curar un corte en el dedo.
Ya salió en el sexto. Vencida la tarde. Y a cero. Le plantó en el centro la muleta al toro por la izquierda a modo de desafío, pero el pulso se fue desvaneciendo. La batalla perdida. Nada quería el toro en las cercanías. Lo intentó Talavante en la distancia, ganando la inercia y en el arrimón después. A menos el toro, bajo de raza.
El más bravo del sexteto se lo llevó por delante Oliva Soto. Le pesó la falta de rodaje en su confirmación de alternativa. No llegó a cuajar al buen primero y se esforzó con el manso que hizo quinto.
A El Cid se le esperaba en ésta que es su plaza. Desesperó Madrid. No apostó con el segundo, que se desplazaba sin humillar, y se le fue la faena en probaturas con el cuarto, que se dejó hacer sin ser un dechado de virtudes. En un descuido le hizo hilo y le pudo salir caro. Menos mal que todo se quedó en un susto.
Un susto y una casi oreja, que nos hizo volar la imaginación. Y una idea del compañero de localidad que habría que llevarla también a Cultura, justo cuando El Cid le cedía los trastos de alternativa a Oliva Soto: «La vida sin liturgia es una horterada».
El cartel de hoy
Toros de Torrealta para Juan Mora, Curro Díaz y Morenito de Aranda.
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