Trabajo
Esfuerzo y lectura retos educativos
Los centros de formación analizan el presente y futuro de la enseñanza
Hoy más que nunca los jóvenes preocupan. Se les ha otorgado numerosos calificativos, desde holgazanes y acomodados a despreocupados y sin ilusión. Ellos se han convertido en el tema de conversación. Son nuestro futuro, pero uno muy diferente al que conocemos: más tecnológico y en el que las reglas sociales están cambiando. Éste ha sido uno de los puntos candentes que se abordaron ayer en el Café de Oriente, en una tertulia distendida donde representantes de varias universidades y centros educativos de España debatieron sobre el presente y el futuro de la enseñanza de las nuevas generaciones. En una mesa regada por vinos de las Bodegas Hispano-Suizas y con un menú con sabor mediterráneo, los invitados plantearon los desafíos que planean sobre un sistema educativo que no sólo busca «la excelencia académica, sino también la formación en valores». El único que repetía en la mesa era el representante de la Universidad Alfonso X El Sabio, Jesús Guademor. Le acompañaban Elena Sainz y la doctora Beatriz López, de la Universidad Antonio de Nebrija y Rosa Herederos, por parte de la Fundación Universitaria San Pablo-CEU. Desde la marbellí Les Roches, Ana García de la Rosa ofreció el punto de vista de una escuela universitaria. Como representantes de las escuelas de negocio acudieron Julián Peinador, de ESIC, y Pedro González, de CEF. Portavoces de los colegios completaron la visión: Asunta Serrano-De Pablo y Amalia Casado, de los centros de los Legionarios de Cristo, y los británicos Paul Youlten y Elaine Blaus, que a partir de la experiencia de su centro, King's College, sugirieron diferentes ideas. También asistieron el almuerzo el moderador Juan Delgado, por parte de LA RAZÓN, Ana de las Heras, directora de Lavinia, y Vicente Cortés, de Bodegas Hispano-Suizas.
El debate se desató rápidamente, sólo había que plantear la evidencia: ¿llegan los jóvenes preparados a la Universidad? La respuesta fue unánime y rotunda: No. «Es triste, pero los estudiantes llegan con poco nivel», afirmó García de la Rosa. Una situación difícil de superar y a la que achacan dos causas principales: la falta de esfuerzo y el desinterés por la lectura. «La nueva generación es completamente diferente. No estamos formando a los jóvenes para la frustración, y es lo que les espera», explicó la representante del CEU. Ante tanto pesimismo, el profesor Guademor quiso romper una lanza en favor de la juventud: «Tienen un perfil diferente. Son más solidarios, nos superan en idiomas, y aunque su capacidad de esfuerzo es limitada, manejan los medios técnicos, con mucha soltura», aseguró. La mesa discrepó. Peinado se preguntaba: «¿Con quién son solidarios?» o «¿a qué causas se suman? Suena mejor de lo que en realidad es», añadió. «Es una solidaridad epidérmica. Falta compromiso», añadía Casado.
El número de centros universitarios aumenta cada año. No obstante, eso no es un indicativo de calidad, como quedó claro por los comentarios de los asistentes. Rosa Herederos quiso introducir un ejemplo práctico para explicar esta situación: «El número medio de alumnos por clase es de 8, y sigue bajando. Es inconcebible que un grado cuente sólo con 6 alumnos». Por ello, Herederos apostó por un modelo aglutinador: «Dentro de poco se podría producir un fenómeno similar al de las cajas de ahorros». Un comentario que recibió varias reacciones: «Debería producirse un reparto nacional por especialidad», o «por sector de producción», añadieron en una conversación al margen de la oficial. «El modelo actual no es sostenible porque no salen las cuentas», concluyó la portavoz del CEU.
Se acercaba el postre, con aroma a cacao, y los temas seguían emergiendo. «Bolonia nace como réplica al sistema europeo», introducía Delgado. Lleva apenas dos años en marcha y los implicados todavía no se atreven a reflexionar sobre su efectividad. Su implantación no es sólo un ejercicio de adaptación para los estudiantes; los profesores también deben asimilar nuevos métodos pedagógicos, y no todos superan la prueba. Elena Sainz sorprendió al resto de comensales con una anécdota personal: «Dos amigos catedráticos han preferido prejubilarse antes que adaptarse a Bolonia. Dicen que no son capaces de cambiar su metodología». Un problema con el que no tiene que lidiar Inglaterra, como explica la directora del King's College de Madrid: «Allí ya existía este sistema, por eso no ha planteado ninguna dificultad».
Las universidades españolas marcan sus propias pautas para adaptarse al modelo europeo, por eso «habrá que esperar para ver si funciona», concluyen.
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