Parados de larga duración
Pragmatismo
El primero de mayo se ha celebrado bajo una situación nada halagüeña. No llegamos a los cinco millones de parados, pero casi. Ocho de cada cien hogares tienen a todos sus miembros en paro. Sobreviven gracias a una prestación exigua –muy criticada por la derecha– que ahora se revela eficaz. La eventualidad se sitúa en el 16% –reduciéndose el 50% en dos años– porque con un despido «limosnero» han acabado todos en el INEM. Con estos datos, los sindicatos deberían pensar en un cambio de tercio. No sólo hay que defender a los que tienen empleo, sino que hay que apostar –en serio– para que los parados tengan derecho a poner un pie en la vida –con un empleo estable– aunque se pierdan plumas en las condiciones de salida. El estado del bienestar, tal como lo conocemos, no volverá en tiempo y habrá que ser pragmático dando un paso atrás para no perder todo lo ganado. Este pragmatismo será la defensa contra quienes pretenden ahora aprovechar para hacer trizas el sistema de bienestar o reducir a cenizas la estabilidad en el empleo. Sin pragmatismo, conseguirán sus objetivos, su victoria. Solamente un pacto social con sustancia, como diría Arguiñano, constituirá el necesario dique de contención capaz de parar los ataques de eso llamado mercado pero que simplemente es especulación carroñera. Los empresarios también tienen aquí su papel reduciendo al máximo la temporalidad, que es el principal enemigo de la productividad y la eficiencia, eso que tanto reclaman pero por lo que tan poco hacen. Las previsiones de creación de empleo de abril y mayo son positivas. No perdamos, otra vez, una buena oportunidad. Es la hora del pragmatismo.
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