Literatura
Un poeta de tremenda curiosidad por Carlos MARZAL
Me parece un maestro dentro de una generación de maestros. La generación del 50 está a la altura de las dos o tres generaciones anteriores de la poesía española: la del 98, la del 27 y la de la primera generación de posguerra. Francisco Brines es uno de los referentes fundamentales. No puede faltar en ninguna antología ni en ningún canon de su generacón. Es un poeta de lo más alto de la lengua. Es un maestro vivo. A veces consideramos que los clásicos son escritores remotos, pero también existen clásicos vivos. Paco es un clásico vivo. Un maestro para las jóvenes generaciones y un referente para los poetas posteriores. Para los novísimos, para mi generación y para los que comienzan ahora. Existe un consenso unánime sobre él en lo literario, pero también en lo humano. Ésta es otra de las facetas de él, que ha vivido por y para la poesía. No hay quien dedique tanta devoción a la poesía de los demás. Lo hace a través de los jurados de los que forma parte y por su curiosidad. Siempre está interesado en lo que hacen los demás. Brines ha sido un tremendo curioso. Pregunta sin cesar a los jóvenes que és lo que están haciendo y se molesta en leer sus proyectos. Por lo que respecta a su obra, Brines es un poeta elegíaco. Lamenta la condición del mundo, pero su poesía nos transmite una extraña euforia y gusto por la vida. A pesar de ser un poeta elegíaco, más cercano al pesimismo, todo lo que hace, sin embargo, tiene un gran amor hacia la existencia. Es un desencantado, pero hay que pensar que todos los desencantados lo son porque antes han estado encantados con el mundo. Su trayectoria tienes tres facetas. Por un lado, es un escritor reflexivo, metafísico, de una profundidad poco frecuente. Por otro, es un autor que canta a la naturaleza, al Mediterráneo. En sus composiciones hay alusiones a su Oliva natal, a los naranjos, al mar. El tercer fundamento de su poesía está asentado en la pasión de la carne, en el canto al cuerpo. Las tres están muy unidas. El poeta metafísico, el de la naturaleza y el de la carne. Todos son uno. Su actitud hacia la poesía y hacia el mundo, el mundo mirado a través de la poesía, nos hacen ver dos cosas: que los poemas nos proporcionan la intensidad para disfrutar y vivir con máyor energía. La gran lección ética de la poesía, la gran lección de Francisco Brines, es la tolerancia. La poesía nos otorga tolerancia, porque, para él, aunque no seamos creyentes, un gran poeta creyente nos acerca a su visión del mundo y nos enseña por eso mismo a ser tolerantes. Y esto sucede en todos los ámbitos. Es un premio merecidísimo que me llena de alegría. Para mí es un maestro, desde el punto de vista literario. Uno de los autores que más me ha influido y que más agradezco haber conocido. Un amigo del alma.
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