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Cataluña

Nos vuelven a engañar

La Razón La Razón

Nos han engañado otra vez. Rubalcaba y Zapatero, según indica el nuevo organigrama del Gobierno, nos la han metido de nuevo creándonos esperanzas respecto a la disolución de ETA. Y lo han hecho con el único fin de dar vía libre a Bildu hacia las elecciones, primero, y hacia las instituciones, después, porque no puedo creer que no conozcan la realidad. Mi amigo Rogelio está convencido de que vivimos una película que ya hemos visto. Asegura que, por desgracia, se repetirá lo de la T-4. En su opinión, se está reproduciendo el mismo esquema que hace cuatro años y el Gobierno ha caído en la misma trampa. Unos trescientos jóvenes en busca y captura son demasiada gente como para pensar que una ETA renovada vaya a responder con el abandono. A juzgar por las detenciones y arrestos, nada indica que vayan a dejar las armas. Y me alegraría que mi amigo se equivocara. Quien ha sido el faro que ilumina a Eguiguren, hoy no pinta nada en esa organización. Eso sí, el Estado tiene el inconveniente grave de que ahora es mucho más difícil ilegalizar a la coalición abertzale, porque muchos ciudadanos se han pronunciado en las urnas. Si Bildu no hubiera sido legalizada, la mayoría de sus votantes, como en otras ocasiones, hubiera apoyado a otras opciones nacionalistas. Lo grave es que el Gobierno debe estar informado de todo esto. Y, si no lo estuviere, todavía más grave. Ésta será una patata caliente más que dejan Rubalcaba y Zapatero al próximo Gobierno de Rajoy. ¡Vaya herencia! Zapatero llegó a la Moncloa y Cataluña se conformaba con el desarrollo de su Estatuto, y nadie pensaba en afrontar un viraje radical en la ordenación territorial española ni en la reivindicación del concierto. Hoy tenemos las dos cosas. Y digo que Rajoy tiene en sus manos una complicada papeleta, porque no podrá contar con un PSOE firme. Al contrario, tendrá a un partido habiendo perdido representación, afiliados y hasta el norte. Es posible que, ante semejante escenario, tenga la tentación de echarse al monte como vía de solución a su tragedia política, precisamente cuando el momento exige el acuerdo entre los dos grandes partidos, que representan al 80 por ciento de los españoles, para arreglar este caos en las finanzas, la Justicia, las autonomías y en tantos otros capítulos. Así es la vida.