Cataluña

Los «hijos» díscolos amargan las vacaciones a Zapatero

Las críticas de los barones socialistas se multiplican en los últimos meses y hacen zozobrar al PSOE.

José Montilla y Tomás Gómez
José Montilla y Tomás Gómezlarazon

MADRID- A la crisis económica, el aumento del paro y las encuestas cada vez más negativas se une ahora un nuevo «quebradero de cabeza» para el presidente del Gobierno. Y es que los dardos en forma de críticas que hace unos meses encabezaron varios barones socialistas se han transformado en una «rebeldía» abierta en las federaciones de Madrid y Cataluña y evidencia la debilidad de José Luis Rodríguez Zapatero en el que era hasta ahora su único fuerte ileso, las filas de su partido.

El intento de Zapatero de imponer a su elegida, Trinidad Jiménez, en la lucha por la Comunidad de Madrid se ha topado con un Tomás Gómez que no piensa claudicar a pesar de las constantes advertencias de la cúpula del partido. Y es que la «docilidad» que hace meses reinaba en el seno del partido se ha transformado en pulso continuo al secretario general, pulso al que Gómez no piensa renunciar a menos que los comicios del próximo tres de octubre digan lo contrario.


La fractura del PSC
En la federación catalana, la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut evidenció la tensión entre el PSC y los de Ferraz. El presidente de la Generalitat, José Montilla, aseguró que la sentencia abría «una nueva etapa en las relaciones entre España y Cataluña», y advirtió al líder del Ejecutivo que «no bastaban unas frases para escuchar a Cataluña». Buena parte del PSC criticó abiertamente entonces la dependencia de la federación regional con la cúpula nacional y propugnaron una escisión de los catalanes respecto a sus colegas de Ferraz.

En esa línea se expresaba entonces uno de los pesos pesados de los socialistas catalanes, el consejero de Economía Antoni Castells, quien aseguró que «es mucho más importante Cataluña que nuestra vinculación con el PSOE». «Nosotros sólo somos fuertes cuando somos capaces de ir juntos, y esto es lo que tenemos que hacer ahora los catalanes si nos queremos hacer respetar», añadió poco antes de renunciar a la lista del PSC.

 El último en echar más leña al fuego ha sido el presidente de Castilla–La Mancha, José María Barreda, quien reconoció ayer que existen «tensiones, dimes y diretes y movimientos tácticos de cara a colocarse mejor» tanto en el Gobierno como en las propias filas del partido. Movimientos que entiende emanan de los constantes rumores de una próxima crisis de Gobierno. El líder de los socialistas manchegos insisitió en este sentido en su afirmación de que sería mejor un Ejecutivo con menos ministros, aunque pidió que dejen «meditar» a Zapatero.

Desde que el pasado mes de febrero Barreda abrió la veda de las críticas a los socialistas, el número de barones que han censurado al Ejecutivo se ha multiplicado. Los líderes socialistas aprovecharon la reunión del Consejo Territorial del PSOE para sacar pecho y arremeter contra el Ejecutivo. De nuevo, las primeras críticas en salir a luz fueron las del presidente castellano-manchego, quien calificó a algunos ministros como «déspotas ilustrados, que gobiernan para el pueblo pero sin pueblo». A las críticas de Barreda se unía Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura, quien no dudó en cuestionar la credibilidad de algunos miembros del Gobierno el pasado mes de julio e instó a sus compañeros de partido a hacer una cura de humildad: «A veces, uno tiene que mirarse al espejo y ser consciente de su insuficiencia».