Ministerio de Sanidad

Lodos de Soria por Sergio Alonso

Lodos de Soria, por Sergio Alonso
Lodos de Soria, por Sergio Alonsolarazon

A Leire Pajín no le ha hecho mucha gracia. Al partido, menos aún. Bernat Soria, el investigador que pasó sin pena ni gloria por el Ministerio de Sanidad, ha formulado por fin sus recetas para rescatar al sistema de la bancarrota en la que se encuentra sumido. Lástima que no aplicara ninguna de ellas en su etapa al frente del Paseo del Prado, porque otro gallo les cantaría hoy a las asfixiadas autonomías, a los sufridos pacientes, a los esforzados e inmejorables profesionales sanitarios, a las empobrecidas farmacias y a laboratorios como el que le ha encargado el mamotreto al bueno del ex ministro. Tiene razón la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, entidad no precisamente amiga del PP, al denunciar estas cosas y al criticar el sesgo y el oportunismo del supuesto informe. Como la tiene todo el sector, que no entiende la salida de pata de banco de Bernat Soria en un momento en el que lo que sobran son gurúes y lo que faltan son manos y recursos reales que atajen la sangría. Con un poco de oxígeno en el pasado sobrarían ahora las propuestas etéreas contra la quiebra. Porque hablar en estos momentos de ella y de las fórmulas taumatúrgicas para su rescate resulta fácil. Hace dos años, LA RAZÓN alertó de la bola de nieve que se venía encima y muchos dudaban de las negras consecuencias que podrían tener los datos reflejados. Soria, por ejemplo, podía haber movido ficha para cambiar el modelo de financiación, aprovechando los lazos que entonces le unían con Zapatero. Poco hizo al respecto. Como poco hizo también por garantizar la sostenibilidad de las cuentas públicas estableciendo, por ejemplo, un sistema de precios de referencia de los medicamentos severo, pero estable para las compañías, que hubiera evitado los dos tijeretazos posteriores. De aquellos polvos vienen estos lodos y hoy los laboratorios sufren en sus carnes, como les ocurre a los proveedores y a las boticas, las consecuencias de la pasividad del entonces ministro y de una sucesora que, todo sea dicho, mejoró su gestión.