Barcelona
Iñaki Urdangarín insultado delante de sus hijos por Jesús Mariñas
Los Duques de Palma no contaban con esta subida al calvario barcelonés. Su reinstalación se ha convertido en un vía crucis inesperado, aunque previsible. De no ser por la prepotencia del deportista, habría sido mejor quedarse en Washington, donde no eran un continuo motivo de escándalo social como ocurre en Barcelona. Confiaron en el respeto ciudadano que siempre habían merecido hasta el caso «Palma Arena», que cada día aumenta por nuevos descubrimientos. Lo peor es cómo la reubicación afecta a sus hijos: parece que uno de los mayores recibe cuidados especiales de los profesores del Liceo Francés.
En cuanto al antiestético chalet –nunca palacete, eso son palabras mayores que la Infanta Cristina conoce porque creció ahí– de Pedralbes, el matrimonio busca y no encuentra piso inmediato con el que sustituirlo. Lo quieren en esa zona para «que los niños puedan ir caminando al colegio», me precisa uno de la media docena de íntimos, hermana incluida, que frecuentan la Ciudad Condal. Casi una fraternidad encabezada por la fidelísima Vicky Fumadó que, siempre al pie del cañón, es el auténtico salvavidas de la pareja. Sirve para atenuarles amargura y la mala cara con que Doña Cristina se enfrenta a sus compañeros de La Caixa. Hablan de que cortó relaciones al mostrar un talante nada habitual en ella que, sin llegar a la cordialidad simpática de la Infanta Elena, ahora es hermética y tiene un malhumor constante. No le faltan motivos.
Y, aunque ella no frecuenta el Tenis Barcelona de la Diagonal, sabe los avatares familiares de un centro deportivo donde Pascual Vives, el curioso y nada explícito abogado de Iñaki, es directivo. Por eso, le facilitó un pase hecho tarjeta, que resultó un fiasco al no estar activado el primer día que la usó: hizo disparar alarmas en medio de la sorpresa y posterior regocijo de los habituales en sus pistas, que días atrás también se sorprendieron al ver muy animado al todavía Duque. Esto causó indignación, ya que querrían verlo deprimido y cabizbajo y les chocó esa euforia nada corriente. Era casi crispación, casi como la vivida más tarde al acudir con sus hijos al Cinesa Diagonal y tener que soportar descalificaciones hechas en voz alta sin considerar que los niños estaban delante. Qué culpa tienen ellos.
Los muy enterados consideran que reaposentarse en Barcelona fue consejo de algún juez ante la posibilidad de tener que retirarle el pasaporte. De ahí esta vuelta que genera tanta incomodidad, aunque cabía imaginarlo si realmente los dos conocían la tropelía y el desorden que, presuntamente, se le atribuyen al yerno que tanto daño ha hecho a Don Juan Carlos y la Monarquía que encarna.
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