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Murcia

Conchi Ríos: «Hasta mi profesor de autoescuela me llamó»

Con firma propia. Profesión: novillera. Nació: en 1991, en Murcia. Por qué está aquí: por ser la segunda mujer en abrir la puerta grande de Las Ventas y la primera en cortar las dos orejas del mismo astado.

Conchi Ríos: «Hasta mi profesor de autoescuela me llamó»
Conchi Ríos: «Hasta mi profesor de autoescuela me llamó»larazon

–¿Se concilia el sueño después de abrir la puerta grande de Madrid y pasar a la Historia del toreo?
–La noche de después, bien. A pierna suelta. La de antes, bastante mal. Pasé muchos nervios.

–¿Le atenazaba el miedo?
–La responsabilidad. Madrid no es una plaza cualquiera y, además, se juntó con mi reaparición.

–Como el general Caster, toreó con los puntos puestos.
–Sí, en total, unos sesenta. Incluso ayudan a que la pierna me responda mejor, todavía los mantendré un tiempo.

–Cubren una cornada de cinco trayectorias, sumadas 75 centímetros de herida, larga como el arco neomudéjar de Las Ventas...
–Me da rabia. Ahí no sentí nada, ni a hombros ni toreando. Pero si, para mí, templar y ligar en un palmo... ¡es lo más bonito que hay!

–¿Y cómo lo celebró?
–Cené con la cuadrilla, mis apoderados, mi madre y los abuelos. Luego, la fiesta, en el coche, carretera y manta para volver a Murcia.

–Tampoco habrá faltado el paseo en solitario por la mañana, ¿no?
–Entre la locura de entrevistas, lo he intentado. No quería pensar en nada, sólo asimilar y saborearlo.

–Cómo para digerirlo bien el domingo vestida de luces...
–Fue una tarde muy intensa. Emotiva. Bonita, pero complicada. Y en el primero todo se complicó. Que nadie se olvide de que el novillo, aun bueno, era exigente. Luego, se enderezó y será una de las tardes que no olvidaré en mi vida.

–¿La mejor hasta la fecha ?
–Yo creo que sí (sonríe).

–¿Alguna llamada inesperada que le haya sorprendido?
–He recibido un montón. Amistades, compañeros, gente que con el tiempo pierdes el hilo, pero que por la tele o un periódico se acuerdan de ti. Quizás la más simpática haya sido la de mi antiguo profesor de autoescuela. 

–¿Cuándo entonó aquello de «Mamá, quiero ser torero»?
–No hace mucho. Vino con 15 años viendo torear a Pepín Liria en Murcia. Se lo solté a mi abuela con toda la inocencia y ella se echó a reír. Al final, ¡vaya con la niña!

–¿Qué le dijeron en casa?
–Mi madre no quería y más siendo hija única, pero luego me apoyaron. Es un mundo muy duro: abrirse hueco, percances, tardes malas... pero una bonita como ésta suple todo lo demás.

–¿Hay machismo en el ruedo?
–Nunca he vivido ninguna discriminación. Al final, no dejas de ser otra persona más que se juega la vida delante de un animal.

–Y la alternativa, ¿para cuándo?
–No lo hemos pensado. En realidad, llevo poco con picadores, me quedan aún muchas plazas por pisar y coger el ambiente suficiente para alternar con las figuras.