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Las tentaciones de Obama en Siria por George Chaya

La Razón
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La gLuerra civil siria se ha instalado en la agenda de la Administración Obama. Los líderes árabes presionan al presidente norteamericano para que juegue un rol más agresivo y provoque la salida de Asad, pero la agudización de las protestas islámicas ha generado la sensación de que algo ha salido mal en el apoyo estadounidense a la democracia en el mundo árabe, donde no hay democracia ni garantía de alcanzarla, dado el incendiario sentimiento islamista antiamericano. Los ataques a objetivos diplomáticos norteamericanos y la muerte en Libia del embajador estadounidense abrieron el debate dentro del Despacho Oval sobre si ha llegado el momento de alejarse de esta región. Sin embargo, esas voces no entienden que cuando colapse Siria, donde la violencia sectaria es imparable, la presencia de Al Qaeda en el país podría ser mucho más perjudicial para los intereses estadounidenses, israelíes, jordanos y libaneses.
Es evidente que Obama desea retirarse, pero el caos islamista en Libia debería servirle de advertencia si decide dar la espalda a la zona. Las potencias regionales como Turquía y Arabia Saudí apoyan abiertamente con armas livianas a los rebeldes, pero han dejado claro que no van a jugar un papel mayor sin apoyo de EE UU. No obstante, el peligro de caer en una guerra de poder con Irán y Rusia mantiene a Obama y los europeos temerosos de dar un paso más allá. El problema para Obama es que sus agencias de inteligencia le han dicho que en la oposición –la gente a la que se supone que debe apoyar– muchos son elementos de Al Qaeda. El riesgo de la entrada de los islamistas fue el gran error de cálculo que cometió su Administración en Egipto y Libia.

George Chaya
Especialista en Oriente Medio