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Un mensaje de contenidos por Fernando Vilches
Con un semblante más serio que en anteriores ocasiones, pero también con un mayor dominio de la cámara y del telepronter (neologismo todavía no aceptado por la RAE), comenzó S.M. el Rey el mensaje de Nochebuena a todos los españoles. La severidad de su rostro indicaba que el mensaje este año no iba cargado de generalidades y buenas intenciones. En seis apartados podríamos dividirlo. Tras las salutaciones de rigor, el primer gran asunto (y el que más ocupó en el tiempo) fue la crisis, tanto económica como financiera. El Rey habló de problemas, de la necesidad de un planteamiento global de la cuestión, de que las medidas necesarias deben tomarlas los responsables políticos (novedad importante), utilizó en este apartado los eufemismos desempleo y desempleados para espetar, a continuación, que la «cifra de parados es inaceptable» y, frente a este análisis, dos mensajes: la gratitud a las familias españolas, verdadero sostén de la sociedad, y un llamamiento al diálogo y a la unidad de todos para afrontar lo que calificó de una «recuperación larga y costosa», sin faltar términos como la «confianza» y el «optimismo» que inspira el pueblo español ante las adversidades, y la necesaria generosidad y solidaridad de unos con otros (mensaje subliminal hacia todas las comunidades autónomas).
El segundo asunto fue una referencia a la Constitución y a sus valores permanentes como «educación, trabajo, esfuerzo, iniciativa, compromiso y solidaridad» (de nuevo este vocablo). El tercero y más peliagudo para él, a mi juicio, la «desconfianza hacia la credibilidad de las instituciones», donde, sin edulcorar ni un ápice su mensaje, dijo que las personas públicas «debemos observar un comportamiento ejemplar» (saque cada uno sus consecuencias). El tercero, el terrorismo. Por fin se recupera un discurso que nunca debió perderse (segunda novedad): Estado de Derecho y cumplimiento de la Ley, con una emotiva referencia a las víctimas. El cuarto, la alternancia política, fruto de la normalidad democrática. El quinto, el futuro, con retos asumibles si hay unidad. Y el sexto, una referencia al Príncipe como garantía de continuidad y tranquilidad en una Institución clave en la España actual. Un mensaje pleno de contenidos.
Fernando Vilches
Dir. Departamento Lengua Española URJC
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