Francia

El FMI sitúa a España al margen de la aceleración económica europea

El FMI ha elevado en cuatro décimas las perspectivas de crecimiento económico de la Unión Europea para este año, hasta el 2 %, una mejora de la que no beneficia a España, a la que mantiene sin cambios con una previsión de crecimiento del 0,8 %.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dado a conocer hoy la revisión de su informe sobre Perspectivas Económicas Mundiales publicado durante su asamblea de abril.

En solo dos meses, el Fondo ha constatado cómo los dos gigantes económicos europeos, Alemania y Francia, han aumentado su velocidad de crucero, en parte debido a un mayor optimismo inversor.

Alemania crecerá este año un 3,2 por ciento, siete décimas más de lo que se preveía hace solo dos meses, y el año que viene un 2 %, una décima menos.


El FMI ha elevado el crecimiento previsto para Francia este año en cinco décimas, hasta el 2,1 %, y para el año que viene lo sube una décima, hasta el 1,9 %.

El año que viene, la zona del euro tiene previsto un crecimiento del 1,7 %, una décima menos que lo que el FMI calculaba en abril.

Otros países de la zona del euro no salen tan beneficiados como Alemania y Francia.

Italia ve rebajada sus expectativas de crecimiento en una décima, hasta el 1 %, en tanto que el año que viene la mantiene en el 1,3 %.

España, por su parte, permanece sin cambios con respecto a abril, de manera que el Fondo prevé un 0,8 % de crecimiento de la actividad económica para este año y un 1,6 % para el próximo, cifras que están por debajo de la previsión del Gobierno (1,3 % 2011 y 2,3 % para el 2012).

El FMI observa cómo se van consolidando dos realidades en la Unión Europea.

Por un lado, la reactivación económica se fortalece en algunos países, en tanto que sobre los llamados periféricos siguen planeando incertidumbres económicas y riesgos financieros, de acuerdo con la entidad multilateral.

En el informe, el FMI indica que los mercados siguen preocupados por los riesgos de la deuda soberana de algunos países de la periferia de la zona del euro, que registran aumentos en sus primas de riesgo y a los que urge a abordar reformas sin demoras.

Cita en concreto el caso de Grecia, donde los mercados siguen preocupados sobre la determinación y capacidad política del Gobierno para hacer los ajustes necesarios y asegurarse los fondos para llevarlos a cabo.

El FMI advierte de la posibilidad de que las dudas que pesan sobre los riesgos de deuda soberana se acaben trasladando a la banca -dueña de parte de la misma- y esto genere una reacción en cadena que acabe trasladándose más allá de las fronteras de la zona del euro.

Esta situación ha originado bajadas en las calificaciones crediticias de Grecia, Irlanda y Portugal, países con dificultades para alcanzar el consenso necesario para abordar reformas estructurales y avanzar en la consolidación fiscal, dice el Fondo.

Como consecuencia de estos factores, y también debido a la suave desaceleración que se registra en Estados Unidos, el FMI constata que ahora existe una mayor volatilidad financiera mundial que hace dos meses.

El hecho es que desde abril existen mayores riesgos de ralentización económica, destaca el informe, que los vincula en parte al deterioro de la confianza en los países periféricos del euro.

El Fondo recomienda a las naciones periféricas europeas que aborden sin ambages las reformas estructurales que necesitan para impulsar su competitividad y reactivar el crecimiento del empleo.

Igualmente, debe aplicar ajustes a su situación fiscal para "restaurar la confianza de los mercados y aminorar la presión"que pesa sobre el diferencial de la deuda.

"Estos esfuerzos -apunta el informe- necesitan ser acompañados por pasos concretos para fortalecer la capacidad de la Unión Europea para supervisar y resolver las crisis, incluyendo la creación de una red de seguridad más flexible".

Igualmente considera "crítico"que algunos países europeos afronten la vulnerabilidad de su sector financiero, que está en la raíz de la crisis reciente.

Para el futuro, el Fondo afirma que Europa debe seguir con una política de tipos relajada para favorecer la reactivación económica, aunque sin descuidar la inflación.