Atenas
La realeza europea en la boda de Nicolás de Grecia y Tatiana Blatnik
El rey Constantino y su esposa, Ana María, celebraron por todo lo alto el enlace de su hijo con una joven suiza. Es el primero de la familia que se casa en el país desde la abolición de la monarquía en 1974. Vea las mejores imágenes de la boda.
Calor. Fue el principal obstáculo al que tuvieron que enfrentarse los invitados a la boda del príncipe Nicolás de Grecia, de 40 años, y la suiza Tatiana Blatnik, de 29. El hijo de Constantino y Ana María de Grecia le dio el «sí, quiero» a la relaciones públicas suiza con la que mantiene una relación desde hace siete años con un sol radiante, a pesar del viento que soplaba a primera hora de la mañana.
La ceremonia, oficiada por el padre Efraim, mitropolita de Hydra y Spetses, tuvo lugar a las siete y media de la tarde, hora local en la isla griega de Spetses, situada en el mar Egeo, al suroeste de Atenas. Hasta allí se desplazaron más de 350 invitados, entre ellos representantes de las diferentes Casas Reales europeas.
Sin embargo, sólo una treintena de invitados –entre ellos, la Familia Real española casi al completo– pudieron acceder al interior de la iglesia ortodoxa de San Nicolás, construida en el siglo XIX. Debido a las limitaciones de espacio del templo, otro medio centenar siguió la celebración desde un patio anexo, y los demás la contemplaron desde las pantallas gigantes que se instalaron en el exterior.
Si bien se desplegaron enormes medidas de seguridad en y alrededor de la isla, apenas se percibieron los grandes preparativos para la boda y para recibir a los miembros de las Casas Reales de Europa, así como a numerosos invitados famosos. Y es que el rey Constantino mostró su interés en que el evento «no molestara a los habitantes de la isla». Tanto es así, que horas antes de la boda, él y su esposa acudían a la iglesia a comprobar que todo marchaba según lo previsto. «Como saben, en todas estas situaciones hasta el último momento se están preparando cosas», dijo Constantino a los periodistas.
Vítores ciudadanos
Cuando llegó la hora, todo estaba a punto. Banderines griegos en los alrededores y multitud de ciudadanos para felicitar a los contrayentes. La novia llegó al monasterio en una tradicional calesa helena, puesto que en la isla de Spetses están prohibidos los coches. La acompañaba el venezolano Atilio Brillembourg, marido de su madre. Tatiana lució un vestido palabra de honor bordado a mano y diseñado en exclusiva por la creadora norteamericana Diane Von Furstenberg, para la que la recién casada trabaja en Londres, donde reside la pareja. Para la ceremonia religiosa lo acompañó con un chal de encaje, además de tiara y pendientes con remates en perlas de la familia real griega.
En el interior del templo le esperaba Nicolás junto a su madre y los pajes, todos vestidos de blanco. Las damas de honor, algo menos glamourosas, optaron por vestidos también palabra de honor con pailletes maxi en los corpiños y tonos azulados para las faldas. A los novios les respaldaron en ese día tan especial sus familiares. Blatnik valoró especialmente la presencia de su madre y sus hermanos, mientras que al hijo de los monarcas helenos –la reina Ana María vestía un traje estampado de flores– lo acompañaron sus cuatro hermanos y sus sobrinos. Los padrinos fueron el príncipe heredero Pablo, el hermano de la novia, Boris, y Naso Thanopulos, un joven empresario griego amigo íntimo de la familia. Convertidos ya en marido y mujer, Nicolás y Tatiana se besaron a la salida del templo, donde fueron saludados por los invitados y recibidos por el sonido de las sirenas de los barcos y el tañido de las campanas de la iglesia. Posteriormente agasajaron a sus invitados con una cena servida en una finca a orillas del mar por la prestigiosa empresa de cátering Ekali Club. La velada estuvo amenizada por la estrella británica Elton John.
La boda entre Nicolás y Tatiana tiene además relevancia histórica en tanto que se trata del primer enlace de la Familia Real helena que se celebra en Grecia después de que la monarquía fuera abolida en 1974 y 46 años después de que sus padres se casaran en Atenas. Y es que los otros dos hijos casados de los Reyes, Pablo y Alexia, contrajeron matrimonio en Londres: él, con Marie Chantal Miller en 1995, y ella, con el arquitecto canario Carlos Morales en 1999. ¿Sentará un precedente Nicolás para sus otros dos hermanos solteros?
La alegría de Doña Sofía
Este regreso a la tierra de Constantino se pudo constatar en la alegría con la que algunos invitados, en especial, Doña Sofía, tía del novio, vivieron el acontecimiento. De hecho, la Reina llegó a Grecia el lunes acompañada de la Infanta Elena y los Duques de Palma, mientras que los Príncipes de Asturias aterrizaron el martes. Don Juan Carlos no pudo viajar por prescripción médica. La Familia Real española estuvo acompañada en todo momento por la hermana de la Reina, la princesa Irene de Grecia, que se mostró visiblemente emocionada.
Doña Letizia confió una vez más en Felipe Varela, que la vistió con un diseño de inspiración griega asimétrico en muselina drapeado elaborado en un tono azul Mediterráneo con galón bordado en flores de cristal y pétalos en metal. La cartera también la firmaba el creador madrileño. Frente al unicolor de la Princesa de Asturias, Doña Cristina optó por un vestido túnica con estampado floreado perteneciente a la colección primavera/verano 2010 de Jesús del Pozo, mientras que Doña Elena se dejó llevar por los tonos pastel tanto en el vestido como en la chaqueta rosa palo que utilizó al llegar al templo.
También asistieron a la boda otros miembros de Familias Reales europeas: la princesa Victoria de Suecia con su marido y sus hermanos, Magdalena y Carlos Felipe, los príncipes de Holanda, Guillermo y Máxima, además de la princesa de Dinamarca, Mary Donaldson (sin su marido, que se encuentra en una reunión del COI), a la que acompañó en todo momento el príncipe noruego Haakon Magnus, que viajó sin Mette Marit. También estuvieron presentes la reina Margarita de Dinamarca y Farah Diba. En representación de la Familia Real británica viajaron el príncipe y la princesa Michael de Kent.
Los suecos, el alma de la fiesta
La simpatía de los príncipes suecos se ha puesto una vez más de manifiesto durante este enlace. Y es que la princesa Magdalena de Suecia quiso dar una sorpresa a los novios y en la noche previa al enlace los «secuestró» de la recepción oficial que ofrecieron los reyes Constantino y Ana María para que disfrutaran de una cena de despedida de solteros a la que acudieron sólo los jóvenes aristócratas europeos. Así lo recogen los diarios nórdicos, que además explican que disfrutaron de una velada muy divertida en Orloff, el restaurante más popular de la isla de Speteses, donde degustaron quesos de la zona, ensalada griega y pescado a la plancha. También se rumorea que los príncipes nórdicos aprovecharon para tantear a sus homólogos y presentar a la nueva novia de Carlos Felipe, la polémica «stripper» y concursante de «Gran Hermano» Sofia Hellqvist.
Estilo helénico deluxe
Los diseños de inspiración griega triunfaron en la primera boda real que tiene lugar en el país desde que Constantino y Ana María se casaran en Atenas en 1964. El calor y la brisa del mar animó a muchas invitadas a dejar los hombros al descubierto, aunque para la ceremonia echaron mano de chaquetas y echarpes.
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