Crítica de cine
Los límites de la creación por Pedro Alberto Cruz Sánchez
Si durante la modernidad el arte se esforzó por definir el perímetro nítido de su ámbito, desde los años 60 el sentido de su evolución ha ido en la dirección opuesta: desdibujar los límites, confundir la práctica artística con cualquier comportamiento cotidiano o extraordinario en un modo tal que toda estrategia encaminada a establecer una diferenciación estética entre la realidad y su recreación desapareciera. La introducción del cuerpo como agente y soporte principal de la expresión artística se ha traducido en un continuo desbordamiento de la ya clásica y anacrónica pregunta «¿qué es el arte? Arte lo puede ser todo: que un artista se haga disparar una bala en uno de sus brazos (Chris Burden); el hecho de subir con los pies descalzos una escalera cubierta de cristales rotos mientras la sangre brota (Gina Pane); la ingesta compulsiva de perritos calientes hasta que, en el momento exacto del colapso, boca y nariz son cubiertas con esparadrapo, forzando así un vómito que hubiera encharcado fatalmente los pulmones (Paul McCarthy); la transfusión de sangre desde dos cuerpos vivos a los de dos siameses muertos (Peng Yu & Sun Yuan); o la experiencia extrema de comer un feto muerto (Zhu Yu).
Sobre este prolijo y provocador fondo de contraste, resulta ciertamente difícil idear una nueva experiencia que tenga la capacidad de escandalizar y remover conciencias. La decisión de Omar Jerez de encerrarse durante ocho días en la galería La Mutante de Valencia para recrear el secuestro de Ortega Lara no hace sino proseguir el ejemplo de una particular genealogía de artistas –Beuys y Acconci, por citar dos conspicuos ejemplos– que utilizaron el aséptico y tedioso espacio de la galería para generar situaciones de una realidad intensa y extensa en el tiempo. Ya no basta con reproducir de una manera realista el dolor y el trauma de un individuo secuestrado durante 532 días, sino que lo que procede es vivirlo en la propia carne, pasar de la representación a la presentación de un confinamiento para el cual la intersubjetividad no existe. O se padece o nunca se llegará a comprender.
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