San José
OPINIÓN: Una vocación de futuro
Coincidiendo con la fiesta de San José, este sábado y este domingo celebramos el Día del Seminario, marcado este año por una ordenación de presbíteros en la basílica de la Sagrada Familia. El lema del Día del Seminario de este año es «El sacerdote, don de Dios para el mundo».
Pero parece que el mundo de hoy, sobre todo en los países de la Europa Occidental, no esté muy dispuesto a aceptar este don. El Santo Padre, con motivo de la celebración del Año Sacerdotal, decidió en octubre del año pasado escribir una carta a todos los seminaristas de la Iglesia católica.
Benedicto XVI inicia esta carta con una anécdota de su juventud. Cuando en diciembre del 1944, el joven Joseph Ratzinger fue llamado al servicio militar, el comandante de la compañía preguntaba a cada uno qué quería ser en el futuro. Él respondió que quería ser sacerdote católico. El subteniente replicó: «Tendrá que elegir otra cosa. En la nueva Alemania ya no hacen falta sacerdotes».
«Yo sabía –dice el Santo Padre– que esta ‘nueva Alemania' llegaba a su fin, y que después de las devastaciones tan enormes que aquella locura había traído al país, los sacerdotes serían más necesarios que nunca». Benedicto XVI añade que «también ahora hay mucha gente que, de un modo u otro, piensa que el sacerdocio católico no es una ‘profesión' con futuro, sino que más bien pertenece al pasado». A pesar de este sentimiento actual, la realidad es que el sacerdocio tiene futuro porque –como dice el mismo Papa en el inicio de su carta a los seminaristas– «también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, las personas continuarán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal, para aprender con él y por medio de él la vida verdadera, y tener presentes y operativos los criterios de una humanidad verdadera».
Dios está vivo y necesita hombres que vivan para él y que le lleven a los demás. El sacerdote tiene futuro porque nos ofrece la Palabra y los sacramentos, porque nos aporta a Jesucristo, su gracia, su perdón, y con ello un sentido superior a la vida y una esperanza firme de vida eterna en Dios.
Por eso, dirigiéndome a los presbíteros ordenados en motivo de este Día del Seminario, y pensando en nuestros seminaristas y en los sacerdotes que les acompañan en su formación humana, intelectual, espiritual y pastoral, les digo las mismas palabras de Benedicto XVI: «Vosotros, queridos amigos, habéis decidido entrar en el Seminario y, por tanto, os habéis puesto en camino hacia el ministerio sacerdotal en la Iglesia católica. Habéis hecho bien. Sí, tiene sentido ser sacerdote: el mundo, mientras exista, necesita sacerdotes y pastores, hoy, mañana y siempre».
Doy las gracias a los jóvenes de nuestro Seminario, que se preparan para llegar a ser un ‘don de Dios' al servicio de nuestras comunidades cristianas. Doy las gracias a los sacerdotes ordenados en esta fiesta de San José. Nuestro Seminario es una institución bien viva que cumple con fidelidad en la Iglesia la función de formar a los sacerdotes del presente y del futuro. Por eso, en motivo del Día del Seminario, os pido para nuestro Seminario el apoyo humano y espiritual, y también la ayuda material que necesita para que pueda continuar cumpliendo su misión al servicio de toda la diócesis. E invito a los esposos cristianos a que recen pidiendo al Señor que, si es su voluntad, llame a alguno de sus hijos para esta vocación. Y a nuestros jóvenes cristianos que se pregunten si éste puede ser su camino a seguir en esta vida.
✕
Accede a tu cuenta para comentar