Buenos Aires
La hora de la política
Jorge Luis Borges decía de Buenos Aires «No nos une el amor sino el espanto; / Será por eso que la quiero tanto». Algo parecido nos sucede a los europeos con Europa. Parece que sólo reaccionamos cuando estamos al borde del abismo. Entonces recordamos lo mucho que la queremos (¿o es sólo interés?) y nos mostramos dispuestos a hacer sacrificios.
Esta semana está siendo el momento de Grecia e Italia. Ayer, el Senado italiano aprobó un paquete de medidas económicas que pretende ahorrar 60.000 millones de euros hasta el año 2014. En el fondo se trata de ganar la confianza que hemos dilapidado al amagar con reformas que no terminaron de ponerse en marcha. Ahora hacemos con prisas lo que era urgente desde hace tiempo.
Si la Cámara de los Diputados aprueba las medidas este fin de semana, Berlusconi abandonará la presidencia del Consejo de Ministros. Mario Monti, ex comisario europeo y recién nombrado senador vitalicio, parece que será el llamado a sucederle.
Pero todavía hay que verlo para terminar de creerlo. Mucho se habla del carácter «técnico» del gobierno que formaría Monti. Creo que es un error. La tarea que tienen por delante los gobiernos de los países europeos que están en el punto de mira de los mercados, los de ahora y los de mañana, es ante todo política. Política con mayúscula. Lo que están demandando los mercados es confianza, una confianza que sólo puede venir si se acometen con determinación las medidas, coherentes, creíbles y sostenidas en el tiempo, que todo el mundo sabe que son necesarias.
Pero para lograrlo hay que convencer a los ciudadanos, a las fuerzas políticas, económicas y sociales. Y también hay que cumplir los compromisos adquiridos con el resto de socios europeos. No es una tarea técnica. Es una inmensa labor política. Si fracasa, conoceremos el espanto.
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