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Trabajar desde la esencia por Fernando Navarro

La Razón
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Una primera ojeada a la arquitectura de Wang Shu nos lleva hacia el trabajo de un hombre modesto y al tiempo muy refinado que maneja gestos que no poseen los tics ni los ripios habituales de lo que puede estar de moda. Salvando las distancias, puede recordar este profesional chino a Carlo Scarpa o al Frank Gehry de los comienzos, mucho antes de consagrarse como estrella del Guggenheim. Ambos eran capaces de imprimir a materiales pobres o deleznables, como el yeso, el hormigón o la tela de gallinero, cualidades de los nobles, y dotarlas de nuevas texturas. Eso solamente lo saben hacer los grandes maestros, trascender su uso. Y el nuevo Pritzker lo hace con materiales como el hormigón o con puñados de tejas a los que imprime una segunda vida. Hoy, cuando parece que la arquitectura se ha asimilado a algo puramente mediático, de imágenes y sorpresas, nos llega la voz de Wang Shu como un profesional que regresa a lo que es la esencia. Basta para ello con mirar obras como el campus Xiangshan de Bellas Artes de Hangzhou o el Museo de Historia de Ningbo.

 

Fernando Navarro
Arquitecto y miembro del Royal Institute British of Arquitecture