Hollywood

Capitán Barbosa

La Razón
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Al abordaje!, gritó Patxi desde su trainera y, en una operación relámpago, los varoniles barones del PSOE, sin cantineras que estorbaran, se hicieron con el control del galeón. El comodoro buscó refugio en su camarote y la sirenita del Mediterráneo fue arrojada a los tiburones entre la algarabía de la tripulación. El capitán Barbosa subió a bordo, sonrió a la tropa enseñando unos dientes descarrilados, se atusó la perilla y ordenó desplegar el velamen. A partir de ese día, como la Perla Negra, el PSOE navega a todo trapo para huir de su destino. Lo gobierna un superviviente de cien derrotas, perito en mareas y piloto sinuoso. Astuto. Seductor. Letal. De tanta memoria histórica como atesora, corre el rumor de que es inmortal y rojo, pero sólo es un devoto de la alquimia que desdeña a los que hablan del futuro sin haberse labrado antes un pasado de mala reputación. A bordo, bulle una marinería atónita y zombi, reducida a puro esqueleto desde el 22-M, cuando la luna electotal desveló a un Gobierno sin músculos ni tendones, sin sangre en las venas ni oxígeno en los pulmones. Sin corazón, sobre todo. Desde hace un año, el bajel del socialismo español vaga errabundo con el corazón encofrado en una caja de caudales, ebrio de sueños y de glorias pasadas mientras los náufragos han quedado varados en la Puerta del Sol creyendo haber llegado a Isla Tortuga. Al rescate de ese corazón agónico se ha embarcado el gran capitán, pero está mala la mar y sopla un aire funeral, como de buque fantasma con cañones de fogueo. Por el sollado corre la superstición de que hay un gafe entre ellos, un cenizo que corrompe el agua y deshincha las velas; tal vez Bill el Botas, dicen, que durante años tuvo el viento de cara y hoy hasta las ratas le dan la espalda. Sin embargo, al capitán Barbosa nada le arrendra, nada le frena o le importuna, timonea con pulso firme y espanta a sus enemigos con su sonrisa deshilachada. La fiebre del horizonte brilla en su mirada. Y si llegara a perder el rumbo será porque las gaviotas han vaciado a picotazos los ojos del vigía... He pensado en ofrecer esta alucinante historia de aventuras disparatadas, de abordajes caribeños y de fuegos fatuos a algún estudio de Hollywood, pero sospecho que la tomarían por desvaríos de una mente demasiado fantasiosa.