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«El apagón» carcajadas a media luz
Un coleccionista de arte a punto de llegar, unos muebles «prestados»... y la luz que se va. Peter Shaffer bordó un vodevil original y brillante y Gabino Diego y Eva Santolaria le dan luzCuándo: desde el jueves 12. Dónde: Teatro Alcázar. Madrid. Cuánto: de 13 a 25 euros. Tel. 91 448 16 27.
El mejor resumen de por qué merece la pena ir a ver «El apagón» si uno tiene ganas de reírse a base de bien lo ofrece Gabino Diego: «Es un vodevil, es una farsa, es Peter Shaffer... pero pasado por el filtro de Yllana». Y eso es un desmadre casi garantizado a partir de uno de los textos más celebrados de un gran experto en el terreno cómico. El británico Shaffer (Liverpool, 1926) ya había triunfado con «Ejercicio para cinco dedos» (1959) cuando escribió «El apagón» («Black comedy») en 1965, aunque aún faltaba su vertiente más seria, con joyas como «Equus» (1973) –hace nada Daniel «Harry Potter» Radcliffe la llevaba a escena de nuevo en Londres– y «Amadeus» (1979).
En este ejercicio de estilo dramatúrgico sobre la difícil barra de equilibrio de la comedia, Shaffer jugó al más difícil todavía: una serie de personajes, con el escultor Brindsley Miller a la cabeza, pasarán buena parte de la representación supuestamente a oscuras, merced al apagón del título, aunque los actores se están viendo perfectamente y el público puede apreciar cada confusión, cada metedura de pata, cada mano que va donde no debe y cada entrada inesperada de un nuevo inquilino al piso del protagonista.
Es, curiosamente, cuando regresa la luz, cuando Shaffer juega a dejar a oscuras –aunque no del todo, los actores no dejan de ver por completo– el escenario. Albert Finney, entre otros, estrenó en 1965 esta pieza en Londres, y en Broadway levantó el telón en 1967. A Madrid llega ahora una nueva producción que lleva la firma de Yllana –la dirige Joe O'Curneen– y con rostros bien conocidos en escena, empezando por su pareja protagonista, Gabino Diego y Eva Santolaria.
13 Rue del Percebe
Cuenta el actor madrileño que la puesta en escena ha sido respetuosa con la idea inicial de Shaffer: «Estamos en una casa, la de Brindsley, que tiene dos plantas, el dormitorio y el estudio, y una escalera que las une: Eso se ha mantenido, porque mientras suceden cosas en un sitio, están ocurriendo otras en la otra planta. Es un poco como en 13 Rue del Percebe». Y sin duda, se ha mantenido la premisa de la puesta en escena clásica: la oscuridad. «Es que la función la gracia que tiene es ésa. Cuando el espectador está viéndolo todo, los personajes están a ocsuras; sin embargo, cuando hay algo de oscuridad es porque hay luz». Una pequeña locura pero que da mucho juego humorístico.
Y una locura que en esta ocasión lleva el sello del humor gestual de Yllana. «La función tiene diálogo, pero en esta ocasión se le ha dado una personalidad, una propuesta nueva. A lo mejor se ha sacrificado un poco del texto, pero ha sido en beneficio de la comicidad».
Claro, que el disparate está casi garantizado cuando se juntan un escultor en ciernes que tiene ante sí la oportunidad de su vida en forma de un conocido coleccionista de arte que vendrá a ver su obra; una novia ingenua y colada por él; un vecino que se marcha y al que tomarán «prestados» sus muebles de diseño para impresionar al coleccionista, un ex militar que es el padre de la novia, una vecina que quiere algo más que amistad... Aurora Sánchez, Diego Molero, Paco Churruca, Ramón Merlo y Ana Arias completan este particular vecindario.
Para Gabino Diego, el humor de Shaffer es «inteligente, con situaciones muy interesantes, porque el hecho de jugar con la luz y la oscuridad lo es de por sí». Y explica que la penumbra apenas les condiciona. En cambio, en los momentos de supuesta oscuridad de la trama –o sea, a plena luz–, deben actuar como si no se vieran: «Es curioso porque los actores no nos miramos a los ojos, es una manera de interpretar un poquito solitaria», reconoce.
«El teatro es la madre que te acoge»
Gabino Diego lleva varios años encadenando una y otra temporada teatral con éxito. Protagonizó la versión española de «Los 39 escalones» de Hitchcok, y ha seguido de gira con su espectáculo «Una noche con Gabino», que retomó en 2011. «Me siento cómodo en el teatro», reconoce el actor, «y es un momento en el que el teatro y la televisión son un refugio para los actores. Siempre me ha gustado el teatro y procedo de ahí, es una escuela maravillosa». Aunque matiza: «No es que haga teatro y que quiera dejar el cine. A mí lo que me gusta es actuar, pero ahora mismo no hay muchos propuestas de películas». Pero vuelve a la importancia para él de las tablas: «El teatro es la madre que siempre te acoge. Firmaría ahora mismo dedicarme al teatro toda mi vida».
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