Valencia

Moisés Fraile el criador de los toros más privilegiados

La ganadería charra de El Pilar, divisa elegida para la vuelta 

La Razón
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Érase un ganadero a un teléfono pegado. Así podría definirse el día que hoy aguarda al criador de reses bravas, Moisés Fraile. Perteneciente –junto a sus hermanos Lorenzo y Juan Luis–, a una de las familias de ganaderos con mayor tradición de la cabaña nacional, hoy verá cumplido un doble sueño. Lo humano y lo profesional irán de la mano. Así, no sólo llevará al altar a su hija para pasar por la vicaría sino que, además, por la tarde, verá cumplido el sueño –«cualquier ganadero pagaría por estar en mi lugar durante esta semana», reconoce– de todo ganadero: lidiar sus toros en el cartel de la temporada. Y ése, este año, va irremediablemente ligado al mito José Tomás, quien hoy vuelve a los ruedos.

Sin embargo, «la familia es lo primero», y Moisés Fraile no podrá ocupar su localidad en el coso de la calle Xátiva. «Se casa mi hija y eso está por encima de los animales, por mucho que sean mi otra pasión; la ceremonia estaba fijada de antemano y estaremos en Valencia, pendientes de José Tomás, pero con el corazón y atentos a lo que nos diga el mayoral por teléfono», justifica Fraile.

En toriles descansa desde el pasado jueves «un encierro mimado», que está «muy bien hecho, con bonitas hechuras y escogido con todo el cariño del mundo». «Está elegida por trapío, hechuras y reata, la presentación ha primado porque José Tomás nunca se alivia, siempre selecciona corridas un peldaño por encima del nivel de exigencia de dicha plaza», afirma Fraile, quien elude decantarse por uno sólo de los astados, si bien, espera «que el más encastado le toque a Tomás, no por desear el mal a los otros dos toreros», si no porque ha vivido «de cerca todo lo que ha sufrido y se merece más que nadie tener esa vuelta soñada».

En este sentido, echa la vista atrás y recuerda los duros días de invierno en los que el diestro de Galapagar abandonaba su retiro en Estepona –epicentro de su rehabilitación– para cruzar media España hasta llegar a sus dehesas en Salamanca. «Más de mil kilómetros por carretera para torear una vaca, primero, o un toro, cuando avanzó la recuperación y vuelta al sur», recuerda Fraile, aunque matiza que «sin su sacrificio y su afición no se vestiría hoy de luces».

Moisés Fraile aún recuerda cuándo le llegó la buena nueva: «Voy a reaparecer en Valencia con tus toros», le dijo el matador en una de las diez visitas a su finca ya en primavera. «Toreó una res a puerta cerrada y nos pidió otra para el día siguiente, quedó tan satisfecho con la prueba que nos reunió junto a su cuadrilla y nos comunicó la decisión: "Vuelvo"». El órdago estaba lanzado.

«El Pilar de la bravura
Con divisa verde y blanca, la ganadería de El Pilar se ha convertido en los últimos años en una de las ganaderías predilectas de las figuras.
Adquirida por su actual propietario, Moisés Fraile, en 1987, por sus venas corre la sangre de los míticos «rabosos» de procedencia Aldeanueva.
Unos astados que pastan en la finca «Puerto de la Calderilla» en Tamames y que recogen la herencia del campo charro como cuna y tierra de toros. No en vano, Moisés Fraile como sus hermanos y doña María del Pilar Fraile Gómez son parte directa de una de las familias de criadores de ganado bravo más importante del país: los siempre deseados toros de los «frailes».