Singapur

Pamplinas sin fronteras

La Razón
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La FIFA prefiere que sea Rusia la sede del Mundial 2018. Pues muy bien. ¿Por qué no? El COI entrega los Juegos Olímpicos de 2016 a Río de Janeiro. Fantástico, pero toco madera. Rusos y brasileños son muy capaces de asombrar al mundo con sendas organizaciones ejemplares. China nos dejó con la boca abierta en 2008 y las evidencias sobre la violacion de los derechos humanos en el país quedaron postergadas por la majestuosidad de sus irrepetibles JJ OO. Y lo demás, pamplinas; o sea, «dicho o cosa de poca entidad, fundamento o utilidad» (RAE). Es inútil, superfluo e insultante que la FIFA y el COI convoquen a un concurso de méritos cuando en la elección priman intereses que nada tienen que ver con unas infraestructuras y unos transportes de primer nivel, unos hoteles chanchis, una seguridad fetén y un apoyo popular e institucional próximo al ciento por ciento. Familias reales, presidentes, ministros y alcaldes extienden kilómetros de alfombra roja y reciben a los integrantes de las comisiones técnicas con más boato, fastuosidad, pompa, alharacas e ilusión desbocada que Villar del Río a Mr. Marshall. Paparruchas. No sirve de «na». Ni siquiera vale de excusa, a la hora de la verdad, la estulticia del Alberto de turno. Cuando en Singapur o Copenhague, cuando en Zúrich esperaba la delegación española una concesión portadora del maná, hacía tiempo que Rogge y Blatter tenían decidido el beneficiario, apoyados por una corte de pelotas y «bon vivants» incapaces de renunciar al momio internacional de esa camarilla conocida por pamplinas sin fronteras. Me consta que hay un movimiento de personas ligadas con el corazón al deporte que le han puesto fecha de caducidad al COI actual. Villar, sin embargo, seguirá votando a Blatter. Y a Platini.