IVA
Las uvas de la ira
Los españoles hemos recibido este 2012 entre la indignación y la perplejidad. Las doce uvas de fin de año han sido las uvas de la ira. Aunque casi todo el mundo lo sabía, la confirmación de que el déficit superaba en dos puntos al previsto por el Gobierno Zapatero, ha obligado a Rajoy a tomar medidas extraordinarias durísimas que van a hacer del año recién estrenado un auténtico «annus horribilis». La vuelta de tuerca en el impuesto sobre la renta y el ahorro es un arma de doble filo que puede llevarnos a una caída del consumo espectacular y, en consecuencia, a una recesión sin precedentes. Seguramente no había alternativa a la vista de la herencia que el nuevo Gabinete se ha encontrado, pero desde el PP tendrán que esforzarse en explicarlo para evitar, en lo posible, que la reacción en la calle sea tremenda. El PSOE es especialista en hacer de la demagogia un mensaje que cala con facilidad en la ciudadanía y, a pesar de la debacle electoral, siguen contando con gran cantidad de altavoces mediáticos para agitar las aguas del descontento. Un descontento que debería centrarse en quienes han dejado las arcas del Estado vacías y, hasta el último minuto, han derrochado el dinero público en subvenciones con las que contentar a sus afines. Subvenciones, como las de los sindicatos, que el actual Gobierno ha decidido reducir pero de forma bastante pacata. Quienes desde el próximo mes de febrero verán cómo sus nóminas adelgazan de manera significativa pueden mostrar, más temprano que tarde, su indignación si una parte de sus impuestos siguen destinándose a instituciones improductivas. La clase media española, entendida en su sentido más amplio, lleva décadas sosteniendo el grueso de nuestra economía, y ahora ve cómo vuelven a exigirle nuevos sacrificios. Si a cambio no se acaba con tanta mamandurria inútil, se puede pasar de la esperanza a la frustración en muy pocos meses.
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