Viena
Sergio sangre fría por Julián García Candau
Hubo que recurrir a los penaltis. Hubo que aguardar a que Sergio Ramos hiciera una exhibición, que Casillas parara el lanzamiento de Coutinho y que Cesc rematara la función tras fallar los portugueses con un remate en el larguero. El equipo español logró salvar el fallo de Xabi Alonso. Nadie tiró la toalla y se alcanzó la final. España repitió la función de Viena cuando eliminó a Italia. Ayer venció con sufrimiento, sin lograr imponer su juego. Solamente en la prórroga fue superior a los portugueses. El resto del tiempo fue más igualado de lo esperado.
Del Bosque apostó por desactivar a Cristiano y lo consiguió, Arbeloa se creció ante su compañero de equipo y éste solo tuvo una ocasión para marcar y su disparo no fue al marco de Casillas. Con anterioridad, el propio Arbeloa había tenido oportunidad para batir a Rui Patricio y no acertó en el tiro. Tampoco lo hizo Iniesta y con ello medio partido estuvo en territorio impropio de los dos contendientes
España no logró engarzar su juego. No poseyó el balón como se esperaba y con ello no consiguió arrinconar a los portugueses. No cuajó el sistema habitual y, alternando el juego de pase corto con el largo desplazamiento, desapareció la imagen de «La Roja». Esperábamos el toque español y el contragolpe de Portugal aprovechando la velocidad y habilidad de Cristiano y no hubo lo uno, ni lo otro. Daba la impresión de que además del gran respeto de Portugal hacia España había precaución por parte de esta. Se sentía incómoda y la magia de los Xabi, Xavi, Silva e Iniesta no apareció en la dosis que cabe esperar de ellos. Daba que pensar la posibilidad de que los dos equipos surgirían con sus mejores cualidades en la segunda parte y sólo apareció España en la prórroga.
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