Villaverde

El triunfo de la normalidad

Vicente del Bosque es un entrenador que gana y pierde sin darse importancia 

El triunfo de la normalidad
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KIEV- «Hemos tenido la suerte de llegar en el mejor momento del fútbol español». Ése es el único mérito que se atribuye Vicente del Bosque después de sus éxitos con la Selección. Y con ese aire de «pasaba por aquí» ha manejado la Selección desde que Luis Aragonés la abandonó en 2008. Vicente tiene el mérito de conseguir que todo lo bueno que pasa a su alrededor parezca una casualidad. Le pasaba en el Madrid y continúa pasándole en la Selección. En Madrid parecía fácil dirigir un equipo lleno de estrellas. Parecía que los futbolistas solos eran capaces de ganar cualquier cosa que se propusieran. Pero despidieron a Del Bosque y el Madrid dejó de ganar. A la Selección llegó en el peor momento para cualquier entrenador, después de ganar la Eurocopa, el primer título en 44 años. Cualquier cosa que no fuera ganar iba a ser responsabilidad suya. A partir de ahí, la situación sólo podía empeorar. Pero con él, España ganó el Mundial, el primero, el único.

En estos años, Del Bosque ha conseguido modelar la Selección a su gusto. «Sólo» quedan trece de los jugadores que ganaron la Eurocopa, pero a su alrededor parece que todo sigue igual. Conserva la base, la esencia, pero los detalles son suyos. «No queremos borrar nada del pasado», insiste una y otra vez. Dice Luis Aragonés que el triunfo de la Selección llegó cuando se acabaron los egos. Pero el último retoque, el ego que faltaba por eliminar, era el del seleccionador. Y llegó Del Bosque. Porque el principal mérito de Vicente es la normalidad. No se da más importancia de la que tiene. Por eso es capaz de contestar a un sms de unos aficionados que le deseaban suerte en la final. Es una simple cuestión de educación, pero esos detalles son los que marcan la diferencia entre el fútbol de ahora y el fútbol de siempre.

El seleccionador está cansado de que se destaque de él que es «buena persona». No porque no lo sea, sino porque a veces se destaca su bondad como su único mérito profesional. Sin embargo, esa naturaleza bondadosa no le resta mérito en el banquillo. En el campeonato, cada decisión que ha tomado ha estado razonada y cada cambio ha aportado algo. Maneja el césped y maneja el vestuario. Es capaz de seguir llamando por teléfono a un juvenil que no llegó más lejos por una lesión o de inaugurar una escuela de fútbol en Villaverde para ayudar a que la Comunidad no les quite a los chavales el campo de entrenamiento. Igual que se preocupa por los jugadores que ha tenido en la Eurocopa, especialmente por los que no han jugado. «No se puede dar a todos el cariño que necesitan», dice. Porque es el único técnico capaz de medir los minutos en cariño. Por eso los jugadores son capaces de admitir la suplencia con disgusto, pero sin dramas. «A él también le dolerá dejar a algunos fuera», dice Mata. «Claro que me duele», responde él.

Otro de sus méritos es que es capaz de aguantarlo todo. Las peleas de dentro y las de fuera. Cuando le «pegan» por las alineaciones, lo admite con naturalidad. «En el fútbol es normal que haya debate», admite. Con esa naturalidad ha conseguido que la convivencia entre los futbolistas del Barça y del Madrid haya vuelto a ser buena. «Si no se llevan bien, que se lleven», dijo de Sergio Ramos y Piqué. Y ahí están, convertidos en la mejor pareja de centrales del campeonato.

Con misma naturalidad admitía antes de la final la posibilidad de la derrota, a pesar de ser campeón del mundo y de que España defendiera el título ganado hace cuatro años. «Si se pierde, no pasa nada. A los jóvenes hay que enseñarles que también se puede perder», afirmaba. Siempre hay que mirar el lado positivo. «Lo que sucede conviene», como dice el único entrenador del mundo que es campeón del mundo, de la Eurocopa y de la Liga de Campeones.