Calzado
Sexo «con garra»
Hay quienes no resisten el impulso de tener contactos sexuales con los pies. Entre las prácticas, la más socorrida está la de lamer y chupar sus distintas partes
Mensajes cifrados bajo la mesa invitan a quien comparte la velada a tomar el postre en la cama. La caricia del pie deslizándose por la entrepierna es, para algunos, vestigio para proceder en consecuencia. Porque hay hombres que no pueden resistir el impulso de tener contactos sexuales con los pies. Según explica Miguel Ángel Cueto, secretario de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), «entre las prácticas que se realizan, quizás la más socorrida sea la de lamer y chupar sus distintas partes». Es más, existe una postura similar al 69, en la que en lugar de chuparse los genitales, la pareja se chupa los pies. «Hay quienes lo usan como objeto de veneración, otros se contentan haciéndoles cosquillas y hay quien va más allá y emplea los pies para masturbar a su pareja», matiza el experto.
Aunque en algunos casos puede ser un elemento erótico más en la lista de preferencias, también puede considerarse un fetiche sexual. «Sólo se considera fetiche cuando se prefieren los pies en vez de un compañero o si hay que centrar la atención en ellos para alcanzar un orgasmo, en este caso recibe el nombre de podofilia, que consiste en la excitación sexual por los pies».
Las preferencias varían, y mucho. A unos les agradan las uñas pintadas con un color determinado, otros se centran en el dedo gordo, hay quien presta atención a la forma y al tamaño y disfruta contemplándolos descalzos... No obstante, los responsables de despertar el deseo no siempre son los tarsos y los metatarsos, sino aquello que los viste. La sexóloga Inmaculada Fernández aclara que «algunas perversiones son muy visuales, como los tacones de aguja, el negro brillante, las puntas afiladas. Por otro lado, también las hay olfativas, como el olor de la piel, del cuero del zapato «y podríamos decir que también el tacto de distintos materiales: el charol, piel, etc, ya sea con las manos o la lengua o que roce cualquier parte del cuerpo o los genitales, despiertan el morbo», añade.
El erotismo parece no tener límites. Tal y como expone Fernández «las zonas de representación somatosensorial de los pies y los genitales están muy cerca en el cerebro, de tal manera que se han descrito miembros fantasma en pies amputados que transmitían la sensación de orgasmo desde los pies y los genitales al mismo tiempo al cerebro». Los motivosCuentan los especialistas que es frecuente que sean la primera parte del cuerpo del padre o la madre con la que entra en contacto un niño. Además los progenitores «suelen jugar con los pequeños empujándolos con los pies. Y para los que sufren una dificultad copulatoria, los pies resultan menos amenazadores porque, a diferencia de los genitales de una pareja, no exigen un desempeño sexual perfecto», concluye Cueto.
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