Literatura

Estreno

Una intriga perfecta

Connolly urde un soberbio entramado policiaco en «Cuervos», su mejor libro«Cuervos»John ConnollyTusquets380 págs., 20 euros, (e-book, 11,56)

John Connolly ha creado un detective digno de figurar entre los clásicos
John Connolly ha creado un detective digno de figurar entre los clásicoslarazon

La undécima entrega de la serie del detective Charlie Parker, «Cuervos», es la mejor novela de John Connolly. Y lo es porque todos los elementos que componen un buen «thriller» de misterio han encontrado el equilibrio: una intriga muy elaborada, personajes magníficamente descritos y un tratamiento literario de la acción que se va desarrollando de forma tan precisa como un mecanismo de relojería. Hasta el punto de que te mantiene en vilo hasta el mismo final. ¿Puede el lector de novela policiaca pedir más? Quizá los fans de Connolly, aquellos que gustan de su afición a lo sobrenatural, a la intromisión en la trama de fantasmas vengadores, se sientan tan defraudados como satisfechos cuantos deploran esa infección de ultratumba en sus novelas. En ésta, traducción muy libre de «The Burning Soul» («El alma ardiente»), ha procurado minimizar ese rasgo de estilo que diferenciaba sus «thrillers» con regusto metafísico.

Sabe que eso molesta a muchos críticos: «Debo mantener un equilibrio –dice, atinadamente–. Sería peligroso que los culpables fueran unos fantasmas». Pero, hasta la fecha, esta propensión gótica le valió una nominación al Premio Bram Stoker, lo que es toda una declaración de principios. En «Cuervos» persiste el recurso a lo sobrenatural pero matizado por la justificación psicológica del personaje. Su peso es mínimo y, por primera vez, Connolly puede mostrar su maestría combinando las múltiples piezas del puzzle que utiliza para crear una intriga perfecta y permitir que su detective, Charlie Parker, se muestre como un moralista embozado bajo la capa del cínico y no como un desequilibrado vengativo, asediado por su trágico pasado.

Un héroe melancólico
Posee el sabor de la novela clásica, del «hard boiled» de Jim Thomson con interferencias del cine de John Woo, en donde los detectives tienen más de héroes melancólicos que románticos. En un mundo sin piedad, Parker acude a la iglesia, acuciado por la culpa, lo que no impide que recurra a métodos expeditivos que brillan como faros de una ética enmarcada con un paspartú de cinismo. La novela brilla con el ingenio vitriólico de los grandes narradores del pulp: diálogos fluidos dignos de un escritor con dominio de los recursos literarios. Es la gran obra que cabía esperar de quien ha creado un detective digno de figurar entre los clásicos.