Bruselas
El BCE la llave maestra para salvar a Europa de la crisis
Europa se tambalea mientras los líderes europeos dilatan los tiempos sin lograr entenderse. Coinciden en diagnosticar la gravedad de la crisis, pero no parecen concluir que «a grandes males, grandes remedios». La canciller alemana, Angela Merkel, no da su brazo a torcer en cuanto al papel del Banco Central Europeo, que esta semana salvaba la situación, «in extremis», con compras de deuda.
MADRID- Éstas sentaron como agua de mayo frente a los azotes a la deuda europea en los mercados, que están dificultando la financiación de los socios europeos y colgando de un hilo a países como Italia o España, cuya prima de riesgo saltó esta semana la frontera de los 500 puntos básicos, su mayor nivel desde la creación del euro. Vuelven a encenderse las alarmas sobre el rescate español, porque la situación, a medio plazo, es insostenible. Y amenaza con un contagio mayor a países como Francia o Bélgica.
Y mientras continúa la parálisis en Bruselas, mientras se prolonga la agonía de los «periféricos», los expertos coinciden en señalar los males que los políticos no ven, y en apuntar soluciones que éstos no se atreven a tomar.
Según Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas, la principal razón de que se progague el cáncer «es la falta de la resolución de las crisis de la deuda soberana por parte de la Unión Europea en los dos últimos años. Si no se corta el brote de una enfermedad, se va transmitiendo a otros agentes, en este caso, ha llegado a Francia y Austria». Pero advierte de que también hay un componente especulativo en todo esto. «El ataque especulativo que es también un ataque a Europa porque existen relaciones cruzadas muy importantes entre países y bancos. En las últimas semanas, las primas de riesgo de dos importantes países de la eurozona, España e Italia, han subido de forma muy considerable y esto tenía que acabar afectando a otros países», añade.
En este escenario, España tuvo que pagar el pasado jueves por la subasta de su deuda hasta un 7% de intereses, el nivel más elevado desde el 1997 y un 30% más que en la subasta anterior. Hecho calificado de «inasumible» a medio plazo y que representa la delgada línea roja de la que se ha hablado cuando se pronuncian las palabras quiebra o rescate. Así ocurrió con Grecia, Irlanda y Portugal.
La «ceguera» del Gobierno
Ajeno a todo, el Gobierno, sin embargo, ha mantenido su «talante» optimista. El viernes, la vicepresidenta Elena Salgado aseguraba que España podría pagar estos intereses durante siete años sin problemas, y que el objetivo del déficit se cumplirá para este año. Una opinión que mantenía dos días antes el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, quien aseguraba que nuestra economía aún dispone de «mucho margen» para aguantar la presión de los mercados. Pero por cada 100 puntos básicos que sube la prima de riesgo, la factura para las cuentas públicas españolas se cifra en 12.000 millones de euros al año.
Daniel Pingarrón, estratega de mercados en Ig markets, alerta de que esa cuantía o se retira «de las inversiones productivas» o supone «un aumento del déficit que repercute en la solvencia del país». Santiago Carbó también apunta a las consecuencias de que una prima de riesgo tan elevada se prolongue: «Los costes financieros de la deuda subirán y será mucho más difícil la consolidación fiscal y la estabilidad financiera». Dicho de otro modo, esta situación llevaría a España a «redimensionar» su sector público para poder afrontar sus deudas.
Javier Flores, analista del Servicio de Estudios de Asinver, descarta el rescate financiero en España, pero vaticina que la prima española quedará instalada en niveles elevados, es decir, no volverá al entorno de los 100 puntos básicos hasta finales de 2013, con lo que las consecuencias pasan por «nuevos recortes». Tampoco Pingarrón cree que España «esté al borde del rescate». Por tanto, ante un escenario de desconfianza absoluta de los mercados, los expertos ven en el Banco Central Europeo (BCE) la llave maestra. Su «intervención se hace cada vez más necesaria» aunque la canciller alemana, Angela Merkel, equipare ampliar el «poder» del BCE a poner en peligro la responsabilidad de los estados en materia fiscal.
En opinión de Carbó, el problema es que Alemania y otros países de su entorno representan la «otra fuerza de equilibrio en este juego, la que exige responsabilidad fiscal y presiona muy fuerte para señalar que la monetización de deuda del BCE no puede ser «ad infinitum». Berlín quiere un mayor cumplimiento de los compromisos de déficit y deuda, añade Carbó. Aun así, el director de Estudios Financieros de Funcas cree que ese ataque «especulativo» de los mercados, a corto plazo «sólo puede frenar el BCE comprando deuda soberana de una forma más agresiva». No obstante, en un futuro más próximo, sostiene Carbó, sería «muy conveniente implantar algún sistema de garantías y compra de deuda europea, como los llamados eurobonos y eurovales», algo a lo que también se opone Alemania.
José Ramón Pin, del IESE, opina que el BCE, junto con la ABE (Autoridad Bancaria Europea), en coordinación con la Comisión Europea, deben «ayudar a la conformación de un Ministerio Europeo de Finanzas para la zona euro, que gestione los eurobonos y lidere la función inspectora de la banca europea». Probablemente los países deberían ceder el nombramiento de los gobernadores de los bancos centrales y el nuevo Ejecutivo español «bien podría hacerlo de manera unilateral; sería demostrar el deseo de cumplir con Europa», defiende este analista. Javier Flores también se muestra a favor de que el BCE intervenga en las subastas de deuda.
«Las reformas estructurales y legislativas hay que hacerlas, pero llevan tiempo, y hasta que den sus frutos hay que romper tabúes como el de la ‘‘monetización'' de la deuda, es decir que el BCE compre bonos».
Menos convencido sobre la función del BCE a la hora de comprar deuda se muestra Pingarrón, que estima que el BCE «no puede hacer gran cosa, más allá de bajar los tipos de interés». A su entender, la solución pasa por el Fondo de Estabilidad Financiera (EFSF), un cambio de actitud de los políticos europeos y un contexto internacional más favorable. Apunta así al 9 de mayo de 2010, cuando los 27 miembros de la UE acordaron establecer este fondo cuyo propósito es proporcionar asistencia a los estados en dificultades.
Pero es una asignatura pendiente y la reforma de dicho fondo no está clara. Un fondo que para Carbó sería el garante de las emisiones de deuda de los países con problemas. Si el EFSF no acaba de funcionar, que es lo que se teme, tendrá que ser el Mecanismo permanente de Estabilidad Financiera, el ESM, el que se aplique cuanto antes, al menos en los países de la eurozona. La clave es, añade, que las emisiones de deuda soberana estén garantizadas.
El Gobierno, sin liderazgo en la UE
En medio de una crisis que ha dejado en España el mayor nivel de paro de la UE, el Gobierno que salga de las elecciones de hoy tendrá, además, que cumplir unos estrictos compromisos con Bruselas. Para Karel Lannoo, director ejecutivo del Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS), «no se puede hacer mucho a corto plazo» para que la economía española remonte el vuelo. Pero, además de una acertada gestión económica, España necesitará «visibilidad política en Bruselas y en el mundo», algo que con José Luis Rodríguez Zapatero «no hemos visto», ya que el actual presidente ha estado «un poco inexistente» en la toma de las decisiones de la UE. El objetivo debe ser «explicar mejor la realidad española», con lo que apunta al perjuicio hecho a la banca española en el plan de recapitalización diseñado por Bruselas y «permitido» por Madrid.
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