Benedicto XVI nombra a un delegado para los Legionarios

Los Legionarios de Cristo ya tienen un delegado pontificio responsable de dirigir la congregación, revisar su carisma y superar la crisis provocada por los casos de abusos sexuales cometidos por su fundador, el sacerdote mexicano Marcial Maciel.

El elegido por Benedicto XVI es el arzobispo italiano Velasio de Paolis, presidente de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede y miembro de varios dicasterios vaticanos. La misión de este prelado, muy respetado por sus conocimientos sobre la vida religiosa y considerado cercano al secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, es sine díe, ya que el Vaticano no ha especificado cuánto durará.

Los Legionarios celebraron en un comunicado el nombramiento de De Paolis y afirmaron que se ponían «a su plena disposición». Además, manifestaron su «viva gratitud» al Papa por esta decisión. El director de la congregación, el sacerdote mexicano Álvaro Corcuera, deberá ponerse a las órdenes del delegado pontificio, quien tendrá también que revisar la estructura de poder con que se regía hasta ahora la Legión. En su labor estará auxiliado por dos vicecomisarios, uno para Iberoamérica y otro para Norteamérica, cuyos nombres no han sido todavía comunicados por la Santa Sede.

De Paolis, de 74 años, pertenece a la Congregación de los Misioneros de San Carlos, cuyos miembros son conocidos como «scalabrianos» por el nombre de su fundador, el beato Juan Bautista Scalabrini. Está considerado como uno de los mayores expertos de la jerarquía vaticana en finanzas, unos conocimientos que le serán muy útiles para gestionar el importante patrimonio de los Legionarios de Cristo.

Doctor en Derecho Canónico, el nuevo comisario ha sido profesor y decano en varias universidades pontificias y durante cinco años trabajó como secretario del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, la Corte Suprema del Vaticano.

El nombramiento de De Paolis constituye un paso decisivo para que la Legión cierre el capítulo más difícil de sus casi 70 años de historia. Este periodo comenzó en 2006, cuando Benedicto XVI pidió a Maciel que renunciase a «todo ministerio público» y se dedicase a «la oración y la penitencia».