Bruselas
Dignidad bajo tierra
En Palencia hay medio centenar de mineros que se han enterrado a 500 metros de profundidad con determinación numantina. Si los dejan, antes sucumbirán que entregarse a Bruselas como reos o como reses. En El Bierzo, en Laciana y en algunas zonas de Asturias también se ha sublevado la minería contra el decreto de la CE que fija su muerte en 2014. Además, no cobran desde hace meses, unos dicen que por culpa de los empresarios y otros que el Gobierno no libra los fondos prometidos. Se pasan la pelota unos a otros, pero son los mineros los que tienen que aligerar la cesta de la compra y pedir a cuenta los libros de texto de los niños, ahora que empieza el curso. Raro es el día que no se corta la A-6, que no hay una manifestación o que en las bocaminas no se maldiga a los burócratas. Días negros y de poco sosiego. En menos de tres años, si el decreto comunitario no se anula, diez mil trabajadores se irán a su casa, siguiendo los pasos de los 12.500 que en las dos últimas décadas han abandonado los pozos y galerías. Si no hay dinero que financie el carbón nacional, aquí sobra hasta la cantinera. Y con ella, cientos de pueblos y aldeas que sobreviven gracias a él. Vidas modestas y muy trabajadas, ganadas a la adversidad con coraje. De hecho, es incomprensible que aún haya mineros. Sus sueldos son medianitos, respiran veneno seis horas al día, saben cuando bajan a la rampa, pero no saben si el grisú o un costero o una vagoneta suicida les perdonará la vida un día más. A los cuarenta años tendrán los bronquios como de piedra pómez y si Santa Bárbara les ayuda alcanzarán a prejubilarse con silicosis leve y sin enfisema pulmonar. Nadie es minero por vocación ni por gusto. Hay lo que hay, y picar bajo tierra permite a muchos vivir sobre ella con dignidad. Eso es precisamente, un mínimo de dignidad y respeto, lo que reclaman en Palencia, en El Bierzo y en Laciana a los chupatintas comunitarios y a los politicastros. Si su voto fuera determinante en unas elecciones, habría cola de candidatos para ofrecer subsidios, el PER y hasta ayudas por embarazo. Pero como últimamente incluso Rodiezmo ha perdido glamour obrero, al minero ya le racionan el jabón de la ducha. No es extraño que la CE le haya sentenciado a fecha fija. Sin ir tan lejos, aquí también hay mucho capataz de la eficiencia económica que con un mohín de desprecio habla de los mineros como si fueran un dolor de muelas. Salen muy caros, dicen, y están obsoletos y, además, tiznan. Tal vez, pero al menos tienen redaños para defender el futuro de los suyos sin humillarse ante nada ni ante nadie. Menos aún ante los garrapatas de Bruselas.
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