Estreno
«Llama un inspector»: Regreso a los años 40
Autor: J. B. Priestley. Traducción y dirección: José María Pou. Reparto: J. M. Pou, Carles Canut, Victòria Pagès, Ruben Ametllè, Paula Blanco, David Marcé. Teatro La Latina. Madrid.
Escrita como arma electoral contra Churchill en 1945, un momento de intensa fractura entre socialismo y liberalismo, a «Llama un inspector», el célebre falso policiaco de J. B. Priestley, con los años se le han acentuado las virtudes, como la exactitud de su arquitectura: los silencios y diálogos, las entradas y los mutis funcionan con precisión.
Pero también le han salido arrugas. Vivimos una crisis causada por unos cuantos desaprensivos, pero achacar hoy los males de la sociedad a una familia poderosa que lleva a la pobrecita obrera a su destrucción por etapas es, más que sesgado, candoroso.
Por eso, no hubiera estado de más algún toque modernizador. La versión que ahora dirige José Maria Pou es buen teatro «del de siempre»: actores bien dirigidos, reparto bien situado, ritmo bien resuelto... Pero tremendamente antiguo. El realismo del salón barnizado y recubierto de lienzos que firma Pep Durán nos hace viajar, no ya a los años 40, sino al teatro de entonces.
Aun así, el montaje se ve sin fatiga y el reparto hace un trabajo casi redondo: están estupendos Carles Canut como el patriarca y Victòria Pagés como su fría esposa, y muy bien también el Gerald de Ruben Ametllé y el atribulado Eric de David Marcé. Acaso al propio Pou, tan solvente otras veces, se le debe pedir más expresión. Su comisario Goole acaba siendo una estatua de cera.
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