Moda

Glamour hasta en el forro

Hannibal Laguna y Roberto Verino, cada uno fiel a su estilo, animaron hoy una de las jornadas que han despertado más interés y que han contado con más rostros famosos de las celebradas hasta el momento en la Cibeles Madrid Fashion Week, que ha emprendido ya su recta final.

Desfile de Hannibal Laguna en la Cibeles Madrid Fashion Week
Desfile de Hannibal Laguna en la Cibeles Madrid Fashion Weeklarazon

El interior importa. Al menos para Hannibal Laguna. Y no es porque se haya convertido al budismo, aunque su desfile tiene mucho de equilibrador de karmas entre tanto diseñador penitente que pasea por Cibeles. El venezolano ha sentenciado con su desfile que para ser rebelde no hace falta ser un quinqui. Transgresión con glamour. «Quiero que las mujeres vayan contracorriente y se animen con el traje corto cuando en una fiesta les piden largo», señala. De ahí sus minivestidos joya.Y va más allá: «Quiero que vayan de blanco a las fiestas, incluido a las bodas». No le importa que la invitada ensombrezca a la que se casa. Para eso está la novia, para que también la vista Hannibal y todas en paz.

Lo borda con sus gasas desgarradas cortadas en rectángulos para que parezcan plumas, se recrea con los damascos tomados de una falda de su abuela pintados a mano y bordados sobre gasa, y alucina con ese tejido que se ha inventado formado por un hilo de lana, otro de seda, un tercero de algodón y el remate de lana. Mima hasta el forro y huye de la costura evidente. La buscaba Felipe Varela, que hizo otra visita de reconocimiento. «Que no se vean». Así pasa, que cuando saca los vestidazos a la palestra cualquier modelo no está a la altura. Arantxa Santamaría, Godeliv y otras pocas son dignas.

Fuera ñoñería
Con el embobe en el cuerpo –cutis de ave, que dirían en una zona residencial–, se digiere mejor la penúltima jornada de la Semana de la Moda. Por eso, para «combatir despertares difíciles» –como reza la crema de L'Oréal–, mejor empezar el día con Alma Aguilar. Delicada, que no ñoña, rememora el estilo Don Algodón con estampados florales en azules, lilas y rosas. Y se recrea en el blanco, en un alarde de vestidos por encima de la rodilla en algodón, con bordados, jaretas, pliegues… Aire rústico en los largos, como de «La casa de la pradera».

Por allí también pasó Miriam Ocáriz, pero la bilbaína cogió a Caroline y la sometió a un centrifugado de aquí te espero. Y de la lavadora sale renovada, con unos estampados algo psicodélicos, hombreras, toreras… Interesantes las mezclas habilidosas de prendas y tejidos para dar volúmenes en un mismo «look»: gazar para dar volumen en el cuerpo y viscosa para la falda. También los tonos manzanas y su rosa. Algo de garabatos tenía Ocáriz. También el mejor de los muchos estampados de Devota&Lomba: reptiles, con rafia, de teselas piscineras. Aunque suele lucir mucha pierna, huye de la mini. ¿Será porque la crisis se aleja y se puede gastar más tela? «Si te cuento los precios, te asustarías», comenta Modesto ante un poliéster coreano que él llama «tafeta de alga». Imaginen.

Pero no se vayan por las nubes, que a ras de suelo sigue Verino. Antes de que se le pregunte por el aire invernal de la colección, se adelanta. «Visto a una mujer que viaja de un lugar de verano a otro más frío», justifica a la vez que confiesa su lucha por «ofrecer calidad, que la mujer no vaya a comprar nuestra moda como gasto sino como inversión». Y la convencerá con la vuelta de tuerca al tejido chanel, sus jovenzuelas a lo «Crepúsculo», su Ursula Andress en cueros, el aire lencero y el marcramé bordado. Caerá en las redes del orensano también el hombre. No hay que dejar escapar los fulares y los trajes.

Y tanto corre que te corre, de repente llega olor a laca y se avistan mechas. Las clientas de Schlesser están cerca. Y él sabe corresponderlas. Correcto. No más. Los vestidos saco –largos o cortos– le permiten relajarse y no complicarse la vida por dibujar silueta. Lo suple con la riqueza de los tejidos que usa. Cuestan un ojo de la cara y parte del otro. Así pasa, que caen bien. Un camino que debería haber explorado a costa de asustar a alguna clienta: el short y camisa en blanco y rojo. Pero para exploradora, como Dora, la fémina que se ponga en manos de Roberto Torretta, que se empapa de caquis, arenas y algo de camuflaje. Al negro le da un respiro a favor del marino, que pasó como nadie Nieves Álvarez, a la que por primera vez vio uno de sus hijos desfilar. Preparénse en diez años, que el chaval todavía está en Segundo de Infantil. Torretta repunta con el vestido de ante napado, sencillo a los ojos del público. Como el lujo con poderío de Hannibal.