Jubilación

Contener el gasto por Javier Flores

La Razón
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Afrontar la situación económica actual, que está por cierto mucho peor de lo que parece, implicará, entre otras medidas y a falta de un compromiso político para la contención del gasto público, despedir a cientos de miles de empleados públicos y elevar la presión fiscal. La clave del ajuste debería estar en las comunidades autónomas, que tienen un amplio margen de ahorro, sobre todo en la partida de gastos corrientes, plagada de gastos superfluos o prescindibles cuya eliminación no tiene un efecto multiplicador negativo sobre el resto de la actividad económica. Pero ante la dificultad y el elevado coste político de afrontar una intervención sobre las mismas que permita contener el gasto público, podemos esperar que este otoño se sienten las bases para que se acelere la prevista reducción de trabajadores públicos, los salarios crezcan por debajo de la inflación durante unos años y se modifiquen nuevamente determinados impuestos. Mientras que, por ejemplo, el impuesto especial sobre hidrocarburos tiene margen para subir, el impuesto de sociedades debería simplificarse para mejorar su capacidad recaudatoria, mermada por las deducciones añadidas durante la crisis y unas enormes bases imponibles negativas por compensar.
La intensa reducción de personal interino y del personal laboral está superando lo presupuestado hasta el punto de que hacia el final de la legislatura es muy probable que el empleo público haya retrocedido hasta el tamaño que tenía una década antes. En cuanto al gasto de las prestaciones sociales, podemos esperar que se mantendrá estable nominalmente, ya que el mayor gasto en pensiones (cuya reforma por cierto no tendrá un efecto inmediato significativo en ingresos y gatos) se verá compensado por el agotamiento de la prestación de desempleo de cientos de miles de personas.
Todo ello sin perder de vista que la sostenibilidad fiscal es muy sensible al coste de la deuda, cuyos intereses se comerán el 3,5% del PIB en 2013, lo que deberá detraerse del gasto público o de la inversión, y que resulta inevitable que la subida de la presión fiscal y la reducción de la inversión pública serán un lastre para el crecimiento en el futuro.

Javier Flores
Responsable de análisis de Asinver