«Im still here»: La imagen sin fondo

¿Quién es Joaquin Phoenix? «I'm Still Here» no da muchas pistas, o las da falsas. ¿Un iluminado? ¿Una estrella de la resistencia? ¿Una víctima de la fama? Acaso el mejor papel de su carrera: el de Phoenix haciéndonos creer que Phoenix ha perdido la razón. Phoenix convertido en instalación itinerante, haciendo una «performance» que juega a poner la intimidad en primer plano en tiempos en que lo público ha devorado a lo privado. No es extraño, pues, que este falso documental se presente ante el espectador como una película doméstica, en la que el cuñado de la familia, Casey Affleck, decide registrar los pormenores de la entrada nada triunfal de Phoenix en el universo del hip-hop. Todo parece material en bruto, un largo vídeo colgado en una página de descargas ilegales para despellejar la respetabilidad de un actor magnífico que no había dado señales de su locura. Una broma pesada que Phoenix y Affleck le gasta a un Hollywood que no se cansa de parodiarse a sí mismo en alfombras rojas y promociones hipócritas.

Es una broma que puede generar rechazo. Porque, después de todo, ¿qué más da si Phoenix quiere cambiar de vida? Sin embargo, eso es lo que menos importa: lo más interesante es cómo, a partir de las estrategias de la nueva comedia gamberra, Phoenix se transforma en un conjunto vacío, o en un signo cuyo significado se nos escapa. En las contradicciones de esa estrella que se despoja voluntariamente de sus privilegios siendo más estrella que nunca, en la autoconciencia de alguien que quiere ser-en-el-mundo y a la vez ser-el-mundo, la película habla de una realidad inestable, escurridiza, que es la nuestra. Es cierto: lo más radical habría sido no desvelar el truco, no decirnos que nos habían tomado el pelo. Pero incluso en ese gesto discutible existe la necesidad contemporánea de construirse como una imagen sin fondo.