Rusia
Irán será un «país atómico» a pesar de las sanciones
ISLAMABAD- Irán ha conseguido su objetivo: entrar en el club de los países atómicos. Pese a las sanciones internacionales, a partir del próximo 21 de agosto comenzará a funcionar la primera central nuclear iraní, la planta atómica de Bushehr, construida por Rusia, cuyo reactor tendrá una potencia de mil megavatios.
A más de uno en el Consejo de Seguridad de la ONU se le habrán puesto los pelos como escarpias al enterarse de la noticia. Para rebajar tensiones, Moscú ha puntualizado que el objetivo del reactor nuclear es producir «única y exclusivamente» electricidad. Con la intención de alejar viejos fantasmas, el director de la agencia nuclear rusa Rosatom, Serguéi Kiriyenko, aclaró además que las sanciones del Consejo de la ONU no afectan al complejo atómico iraní, ya que la fase del enriquecimiento de uranio –que podría aprovecharse con fines militares– se hará exclusivamente en Rusia. Moscú y Teherán firmaron en 2005 un protocolo que obliga a devolver a Rusia el material radiactivo utilizado en Bushehr.
Pero quién asegura que las intenciones del régimen iraní sean sólo el uso civil de este tipo de energía, pues hasta ahora no ha dado ningún tipo de garantía, y no busque fabricar armas nucleares. Desde luego, enemigos no le faltan a la República Islámica.
Así que el próximo sábado el mundo será testigo de la puesta en marcha del reactor de Bushehr, cuya inauguración estará presidida por Kiriyenko y su homólogo de la Agencia Iraní de Energía Atómica, Alí Akbar Salehi.
Las instalaciones de Bushehr empezaron a ser construidas en 1974 por la firma alemana Siemens, pero, tras la caída del Sha Mohamed Reza Pahlevi, en 1979, las obras quedaron suspendidas. A partir de 1995, el proyecto fue retomado por la agencia rusa Rosatom, tras firmar un contrato de mil millones de euros. Los ingenieros rusos han provisto a la central nuclear de una coraza esférica de acero de 56 metros de diámetro, cuya función consistirá en contener posibles fugas y proteger el reactor y los equipos vitales de cualquier impacto exterior, incluso ataques aéreos y terremotos. Bushehr debería haber empezado a funcionar en noviembre de 2009, pero Moscú decidió repentinamente posponer la entrada en servicio de la planta. Este acto se consideró un posible intento de acercamiento entre el Kremlin y la Casa Blanca.
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