Reproducción asistida
Madres añosas por Paloma PEDRERO
Se debate si es bueno que las mujeres tengan hijos a edades maduras. Es decir, cuando los óvulos languidecen o, incluso, cuando ya no quedan, cuando la menopausia ha hecho su aparición en el cuerpo femenino y su compleja máquina de engendrar. La ciencia ha evolucionado mucho en este sentido. Ahora pueden implantarte óvulos de mujeres jóvenes, espermatozoides de chicos robustos, hasta pueden prestarte úteros a alto precio. No siempre funcionan estas técnicas, qué va, un alto porcentaje de parejas se quedan sin poder abrazar criatura. Tampoco son del todo inócuos. La mayoría de las veces las mujeres han de someterse a fuertes tratamientos hormonales que desequilibran bastante su ser. Sin contar con las intervenciones o los efectos secundarios físicos y psicológicos. Suelen conocerse los éxitos, ciertamente. Pero muchas parejas se quedan en la estadística del fracaso. Doble, en este caso, por no haber podido engendrar naturalmente primero, ni con ayuda después. Doble ilusión rota. ¿Y qué pienso yo de las madres mayores? En principio, que tienen todo el derecho a pensarlo, a sopesarlo, a decidirlo. Cuando una mujer de cuarenta y tantos o más quiere un bebé hasta el punto de hacer un tratamiento de fertilidad, creo que es, en general, una mujer convencida y capaz de sacar adelante a un hijo. Hoy una mujer de cincuenta es una de cuarenta de antaño, eso dicen. Además, la edad es algo muy relativo. El cerebro tiene sus pautas originales al respecto. Conozco mujeres de sesenta con bastante más energía que algunas de veinte. Y la maternidad da una fuerza insospechada, sólo se sabe cuando se vive. No, no digo que lo ideal sea esperar tanto para gestar y criar niños, digo que las cosas han cambiado mucho y hay que adaptarse a los tiempos. Ahora la esperanza de vida de la mujer por estos lares es de ochenta y tres tacos. Tener la posibilidad de acompañar a tu hijo unos cuarenta años no está tan mal, sobre todo si lo haces con generosidad y entrega. Madres jovencitas dan más juego a los cachorros, desde luego. Madres mayores más sosiego.
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