Bruselas
Laberinto territorial por Pilar Ferrer
La guadaña fiscal autonómica está servida. Con su rostro de profesor avispado, bajo lentes escrutadoras, el ministro de Hacienda fue muy claro: aquí se acabó la fiesta, el despilfarro y el que cada uno vaya por libre. El incremento del déficit, por la actuación de las comunidades autónomas, no deja lugar a dudas. Es urgente un debate sobre el actual modelo para equilibrar las cuentas públicas, calmar a los mercados y generar confianza ante nuestros vigilantes europeos. El acuerdo del Consejo de Política Fiscal y Financiera cumple con el mandato de Bruselas y requiere profundas reflexiones.
Con valentía, ha de abordarse el problema. Y, desde luego, en muchos aspectos, desandar lo andado. Está claro que aquel «café para todos», fraguado en los años de la Transición para sosegar los vientos nacionalistas, está profundamente agriado. El ajuste de los dineros estatales alcanzado en el CPFF es un principio para reordenar este desaguisado territorial. Tirar de caja para una gestión o eventos faraónicos, pertenece ya al pasado. La imagen de cada dirigente autonómico queda diluida por el estado de sus cuentas. Cristóbal Montoro ha sido tajante: no habrá intervención, pero sí un observatorio semanal, profundo y sin titubeos.
Tal vez sea también la hora, como admiten en privado algunos dirigentes autonómicos, y en público la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, de devolver competencias al Estado. Sin temor y sin prejuicios. Aquí empieza la hoja de ruta del actual laberinto territorial. El acuerdo del CPFF y las buenas palabras de responsabilidad de los asistentes, son un buen paso. La nueva Ley de Transparencia, también. Para zanjar abusos, desviaciones y demás desmanes.
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