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La fórmula para salvar a Europa

Para la Unión Europea, ha llegado el momento de empezar a andar y dejar de dibujar los planos sobre la calzada que debe recorrer. Como en el Camino de Santiago, la senda para llegar a su objetivo está trazada desde que se fundó la UE y no significa otra cosa que avanzar hacia una mayor integración de los países que la componen.

La fórmula para salvar a Europa
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Nos queda mucha ruta, y para llegar, deberíamos seguir las pautas de la austeridad, la consolidación fiscal y el saneamiento de las cuentas públicas. Al igual que el Códice Calixtino describía a los caminantes a Santiago los consejos a seguir durante su peregrinación, sólo si la UE sigue estas pautas podrá recuperar la confianza de mercados y de inversores. Y, así, poder obtener la financiación necesaria, a unos precios razonables, para llegar al final del Camino o, en otras palabras, a una mayor integración.

Alcanzar esa meta es una de las razones por las que los gobiernos de la Unión Europea están trabajando en aplicar reformas responsables para cumplir con los compromisos de control de su déficit público y en un Tratado Intergubernamental que desembocará en un gran pacto fiscal. En este sentido, España está siendo modélica con la reforma de la Constitución y el compromiso de mantener el equilibrio presupuestario a todos los niveles de la Administración, comunidades autónomas a la cabeza. El resultado se ha plasmado en las últimas subastas de deuda pública.

Pero para poder llegar a abrazar al Santo compostelano, no sólo hará falta recuperar la estabilidad financiera, sino también el crecimiento económico. La primera sólo la recuperaremos si los estados miembros muestran a los mercados su solidaridad entre ellos e invierten los primeros en el euro. Sólo así se podrá atraer la inversión de fuera, principalmente de países emergentes.

El Banco Central Europeo desempeña un papel en esa tarea de recuperar la estabilidad financiera, pero aún puede y debe hacer más. Las medidas adoptadas hasta el momento han aportado liquidez, y los mercados así lo están valorando. Pero no es suficiente. Debemos apostar para que obtenga un gran papel protagonista, con lo que bastaría un mayor compromiso en la compra de deuda soberana.

De la mano de la estabilidad financiera, podremos recuperar el crecimiento, si el dinero empieza otra vez a circular entre las empresas y las familias. Sólo con el crecimiento tendremos el motor que nos impulsará en nuestra peregrinación y, por ello, debe ir de la mano de la consolidación fiscal, que hará las veces de gasolina.
Como afirmaron esta semana Pedro Passos Coelho y Mariano Rajoy, crecimiento, empleo y medidas para evitar una futura crisis son los grandes desafíos a los que nos enfrentamos. En lo que también ha coincidido la canciller Merkel en la reunión mantenida con Rajoy.

Los presupuestos y las reformas tienen la llave del crecimiento junto a una financiación inteligente. Además, éstos deben impulsarse a través de proyectos paneuropeos. Una alternativa puede ser la apuesta del Banco Europeo de Inversiones por la financiación de proyectos europeos como la interconexión en materia de energías, de transportes, como los corredores ferroviarios, y de tecnologías de la información y comunicación.

Sólo con financiación nacional será muy difícil llevar a cabo estos proyectos. De esta forma se favorecerán nuestra seguridad y nuestra competitividad con respecto al resto del mundo.

Las PYMES y el espíritu emprendedor son otras dos grandes bazas para recuperar el crecimiento. Hay veintitrés millones de pequeñas y medianas empresas en Europa. Si cada una creara un puesto de trabajo, el problema del paro quedaría resuelto. En su apoyo, la UE aprobó el año pasado el Acta de Mercado Único con profundas reformas legislativas, por ejemplo, en materia de licitación pública, y medidas para facilitar el acceso a su financiación. España debe adoptarlas y acometer definitivamente la reforma laboral. En cuanto al espíritu emprendedor, la educación y el principio de segunda oportunidad deben ser sus pilares, de forma que incentiven a nuestra sociedad a la innovación.

Será duro, pero todos estos esfuerzos nos permitirán avistar el Monte del Gozo, el final del Camino: una Europa unida.

 

Pablo Zalba
Vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento europeo