Historia
Esperando a Mr Cavero
Si tienen la curiosidad de filtrar en San Google el nombre de «Pablo Cavero» obtendrán aproximadamente 2.780.000 resultados en un tiempo récord de 0,13 segundos. No está mal. Pero queda muy lejos, por poner un ejemplo, de ese nuevo antihéroe moderno que es el capitán del accidentado crucero Costa Concordia («¡Schettino vuelve al barco carajo!») y que obtiene 11.800.000 resultados en el mismo lapso de tiempo. Un esfuerzo inútil que tan sólo lleva a la melancolía y al chascarrillo.
Ni uno solo de los más sesudos analistas politólogos y «aguirrólogos» podría haber apostado por este nombre – cuenten lo que cuenten– porque, dicho con todo el respeto, Cavero era hasta ayer por la tarde conocido en su casa a la hora de comer, en Barclays, y en los ambientes financieros.
Pero para el resto de los mortales (para los periodistas de Local, vamos) era un perfecto desconocido sin posible recorrido en la política madrileña y mucho menos como para entrar en las quinielas para suceder a Antonio Beteta donde el alcalde de Alcalá de Henares Bartolomé González, parecía que jugaba con un triple 1-X-2.
Pero en todo caso, y vaya la sincera enhorabuena para Pablo Cavero por delante del resto de comentarios, no deja de tener su aquel que un hombre con una carrera profesional exitosa en el sector privado, con una formación muy por encima de la media, y que seguramente ganaba bastante más dinero en la banca, decida dar el salto a la política y «palmar» dinero con el cambio. Bienvenido Señor Cavero: llevábamos esperándole más de un mes.
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