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Días de ratas por José Luis Alvite
No seré yo quien aplauda el acoso del que fue objeto en Madrid hace unos días la delegada del Gobierno, pero creo que lo ocurrido no es más que el reflejo de la idea obvia de que cuando la clase política pierde la dignidad es absurdo esperar que no pierda el pueblo llano los modales. No olvidemos que incluso cuando adopta actitudes violentas por culpa de haber perdido la sensatez, no deja de tener la ciudadanía la razón. Quienes nos gobernaron en la desdichada era socialista, y quienes nos gobiernan ahora, tendrían que salir más a la calle, vivir entre la gente corriente y conocer la situación real del país si al menos quieren intuir lo que se les viene encima.
Comprenderían entonces que han llevado al país a una situación insostenible en la que la clase media está en vías de extinción, mucha gente evita dormirse para no correr el absurdo riesgo de soñar e incluso las ratas se están quedando sin comida. ¿Es sensato esperar que en esas circunstancias la gente se comporte con serenidad, se resigne a su suerte y sea, además, razonable? No lo creo. La Historia está plagada de momentos revolucionarios memorables en los que el pueblo llano demostró su lucidez con motivo precisamente de perder la calma a tiempo de no perder antes la dignidad. Por desgracia estamos en una situación dramática en la que son muchos los ciudadanos desesperados que vuelven los ojos hacia los muros de la cárcel porque en las circunstancias extremas en las que viven sólo pueden asegurarse el sustento si tienen la suerte de acabar en prisión. Es históricamente cierto que muchas veces el pueblo llano recobró la razón gracias a haber perdido antes los modales.
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