Información o desinformación

La información en materia alimentaria es un derecho y una necesidad de nuestra sociedad. Una necesidad creciente, por cuanto el mundo de la alimentación, en sus múltiples facetas, desde la inocuidad hasta los aspectos nutricionales, pasando por la calidad y la gastronomía, presenta al consumidor un abanico cada día más amplio y, por ello, más complejo. Y lo más importante es que sin información no hay conocimiento. Y lo que no se conoce, a veces, preocupa. Somos muchos los que creemos en el papel relevante que la información juega para el consumidor de hoy. Y, desde distintos ámbitos, apostamos por una información veraz, inteligible y no propagandística. Las cuestiones alimentarias están hoy más presentes en nuestros consumidores de lo que podían estarlo hace años. Afortunadamente, casi siempre sin estridencias. Es lógico: Frente al número ingente de actos de consumo de alimentos, la epidemiología sigue acreditando que son llamativamente escasas las incidencias de seguridad alimentaria que llegan a afectar a la salud de las personas. No se trabaja tan mal en la cadena agroalimentaria como algunos pretender hacer sentir a la población, en un ejercicio tan falto de veracidad como de responsabilidad. La responsabilidad es de todos los que pretendemos informar al consumidor: De quienes tratan de hacerlo desde la veracidad desinteresada y de los que presentan lo puntual como general y lo anecdótico como categórico, creando alarmas y rechazos carentes de toda base. La de los primeros acaso sea mayor. Porque tenemos la obligación de trasladar al ciudadano la verdad de las cosas, para neutralizar errores, mitos, alarmas y demagogia barata. La sociedad está hoy más tranquila en cuanto a la seguridad de sus alimentos. Quizá porque sabe más.