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Todos contra uno por Manuel Coma
Romney es el primer aspirante republicano que gana en Iowa y en New Hampshire en 35 años. En el primer caso con un empate al 25%, ahora rozando el 40% y con 16.5 puntos de ventaja sobre el segundo, Ron Paul, considerado por todos, incluso probablemente por sí mismo y sus partidarios, como «inelegible» en el enfrentamiento por la Presidencia. Tanto por eso como por sus parámetros ideológicos, es un fenómeno aparte. Muy por detrás vienen los que desean cuestionar la «elegibilidad» de Romney. New Hampshire confirma su fraccionamiento y por tanto lo inasequible de su propósito. Es más, de nuevo, por séptima vez, un colista, Huntsman, que ni siquiera compitió en Iowa, se adelanta a los demás, pero ahora está muy lejos de la victoria.
Romney confirma su delantera, pero no se despega y sus rivales no muestran posibilidades de alcanzarlo. El triunfo del primero parece ponerlo al abrigo de un asalto, pero para no puede ser suficiente para el partido que busca un campeón que lleve detrás a todas sus huestes en la batalla final. Queda aún mucho tiempo para la designación definitiva (en agosto) y los líderes republicanos confían en que la «elegibilidad» se imponga, como lo hizo hace cuatro años para los demócratas, tras un duelo feroz entre Obama y Hillary Clinton, a la que el aparato del partido, del que era máxima representante, tuvo que retorcerle el brazo para no poner en peligro el voto negro y algunos más. Todo entrará en su cauce, se supone, pero la posibilidad de desgarramientos internos que dejen a algunos electores en su casa a la hora de la verdad no se puede despreciar. La campaña de los últimos días de todos, o casi, contra Romney, parecía más propia, especialmente por parte de un Gingrich vengativo, del enfrentamiento con el enemigo que de las disputas entre correligionarios. En la Casa Blanca se frotan las manos y coleccionan argumentos para cuando tengan que atacar. Aunque no parece probable, tampoco se puede descartar por completo que Ron Paul con su libertarismo tan peculiar y sus partidarios tan devotos no se decida por la aventura de un tercer partido, o bien, pero nada bueno, que una parte de sus votantes se abstenga.
Todo queda remitido a Carolina del Sur, donde conservadores y sudistas tienen más posibilidades, lo que supondría otro aplazamiento de diez días a Florida, cuyo tamaño significa mucho mayor impacto.
Manuel Coma
Director del Grupo de Estudios Estratégicos
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