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Dos huelgas en 18 meses: UGT y CC OO optan por la «vía griega»
madrid- España tiene uno de los porcentajes más bajos de afiliación sindical de toda la UE. Apenas un 15% de los trabajadores españoles pertenece a alguna de las cerca de 80 organizaciones sindicales subvencionadas con dinero público repartidas por todo el país, un índice que se explica por la alta temporalidad y la escasa tradición sindical.
Sólo Estonia, Letonia y Francia tienen tasas más bajas de trabajadores con carnet sindical. Pero el caso del país vecino tiene la peculiaridad de que el respaldo sindical en las elecciones profesionales es mayor de lo que reflejan las cifras de afiliación. Sin embargo, a pesar de que las centrales obreras apenas tienen el respaldo «directo» del 15% de los trabajadores, los sindicatos mayoritarios han decidido convocar la segunda huelga general en 18 meses. Un camino similar al que eligieron los sindicatos griegos y que les ha llevado al récord de 17 paros nacionales desde que se tomaron las primeras medidas de ajuste fiscal en 2010, que sólo han servido para empujar aún más a los griegos al precipicio de la bancarrota. Las últimas dos huelgas helenas, en lo poco que se lleva de 2012, sólo han podido reforzar la creencia de la agencia Moody's de que la economía griega ha quebrado.
A los esfuerzos del Ejecutivo de Mariano Rajoy para recortar cada euro superfluo y ajustar las cuentas públicas al límite, los sindicatos mayoritarios, UGT y CC OO, responden con dos paros nacionales en año y medio cuyo coste ronda los 8.000 millones de euros (de acuerdo a la referencia de un coste de 7.688 por día de huelga y un seguimiento absoluto.
No todas las centrales obreras han tomado ese camino. Alemania, donde no se ha producido ningún gran paro a escala nacional y el porcentaje de afiliados a los sindicatos es cuatro puntos superior al español, es el mejor ejemplo de la respuesta «responsable» ante la crisis y los ajustes necesarios para superarla que demanda el Gobierno español.
ALEMANIA
Hay pocas razones en Alemania para ir a una huelga salvo que sea para pedir aumentos salariales generalizados, todo lo contrario que en el resto de Europa. El mercado de trabajo germano vive su mejor momento desde la reunificación del país y en febrero pasado la tasa de desempleo se situó en el 6,8%, el menor nivel en 20 años, con 2,87 millones de desempleados. Además, la canciller Merkel ha señalado en repetidas ocasiones que la locomotora europea necesita mano de obra cualificada. El último paro de 7.000 funcionarios en algunos estados federados concluyó el pasado viernes tras cuatro jornadas de huelga para solicitar un aumento de sueldo del 6,5%.
FRANCIA
No hay reforma en Francia que no vaya acompañada de movilizaciones. Una tradición alentada por un fuerte movimiento sindical, aunque paradójicamente el nivel de sindicación galo, en constante retroceso, no supera hoy el 8%. Las huelgas más recientes se remontan a 2010, con motivo de la reforma de las pensiones del Gobierno Sarkozy que retrasa a los 62 años la edad legal de jubilación. Los paros se prolongaron durante varias semanas bloqueando sectores estratégicos como el transporte y el suministro de combustible. Las manifestaciones, multitudinarias, superaron el millón y medio de personas. Una situación similar a la que Francia tuvo que hacer frente en 2003, cuando el Ejecutivo de Chirac aumentó los años de cotización a los funcionarios para alinear su sistema de pensiones al del sector privado, o en 1995 cuando el conservador Alain Juppé fracasó en su intento de acometer esa misma reforma.
ITALIA
Las calles de Roma se han llenado en las últimas semanas de manifestantes que protestan contra las liberalizaciones impulsadas por el Ejecutivo de Monti. Casi todos los sectores laborales han criticado al Gobierno por considerar que sus intereses se ven perjudicados con las medidas tomadas para favorecer la competencia y el crecimiento. Los últimos en marchar han sido los metalúrgicos, que tomaron esta semana el centro de la capital. Convocados por el sindicato mayoritario, varias decenas de miles de personas se congregaron en Roma en lo que parece el preludio de lo que puede ocurrir cuando el Gobierno ultime la reforma laboral. Si, como se prevé, la nueva normativa abarata la rescisión de los contratos, los sindicatos responderán con la huelga general.
REINO UNIDO
Nada más ganar las elecciones en mayo de 2010, el primer ministro británico, David Cameron, anunció un plan con los mayores recortes en tiempos de paz para atacar el déficit. Un tijeretazo de 83.000 millones de libras. La respuesta de los sindicatos fue convocar en noviembre pasado a más de dos millones de trabajadores del sector público para protestar contra el plan de pensiones que, por aquel entonces, todavía se negociaba. Los sindicatos dijeron que el 90% de los funcionarios había secundado el paro. El Gobierno, sin embargo, señaló que sólo había participado un tercio. Batallas de cifras aparte, fue la mayor medida de fuerza organizada en Reino Unido desde la huelga general minera de 1926 y la mayor confrontación con un Gobierno conservador desde la época de Margaret Thatcher, que en los años 80 ilegalizó las huelgas generales. Y la cosa no ha terminado ahí, los sindicatos amenazan con paros en julio y agosto y con el boicot a los Juegos Olímpicos.
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