Oporto

Quién dijo normalidad

Un trayecto de veinte minutos se multiplicó por dos

Quién dijo normalidad
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 Nueve de la mañana. En la televisión, una reportera con vistas a un anden hablaba de «absoluta normalidad» en el Metro... Media hora después yo buscaba esa «normalidad» en la estación de Oporto y no la encontraba. Primer bufido: las pantallas nos dicen que el próximo metro pasará dentro de... ¡quince minutos! Para después pedirnos disculpas. Mejor no mirarse en ningún espejo para no ver la cara de tontos que se nos ha quedado. Normal es que entre un metro y otro pasen 5 minutos, anormal es que la cifra se multiplique por 3. El andén se sigue llenando y una se pone a pensar en que no, no somos tontos, somos directamente imbéciles. Nuestro silencio nos delata. Vicente Rodríguez dice que mañana no habrá huelga por ser el Día del Orgullo Gay «no sea que nos confundan con homófobos» y nadie chista. Ya son homófobos. E ignorantes. Porque los homosexuales, las lesbianas y los transexuales toman el metro todos los días y ya les han fastidiado el martes y el miércoles.
Por fin llega el Metro. Ahora sólo hay que entrar, lo de buscar asiento se deja para mejor ocasión. Y eso que ya no estamos en la teórica hora punta, son las diez de la mañana. Con habilidad se termina encontrando un espacio de uno por uno para quedarse como una estatua y no volverse a mover hasta una quincena de paradas después. Estación de Legazpi.
El vagón abre sus puertas pero no las cierra hasta ¿cinco minutos después? No había ninguna razón aparente. ¡Ah, sí! Huelga de servicios mínimos que nos pone los nervios al máximo.

Minutos de basura

Se cierran las puertas. Se pasan las estaciones con un ritmo más pausado de lo normal, como si hubiesen sembrado las vías de chicles que dificultasen el caminar. Pacífico, de común una estación complicada por la cantidad de pasajeros que se suben y se bajan. ¡Pero los que somos ya estamos todos dentro y no hay ningún movimiento! Otros cinco minutos más tirados a la basura. Cruzo la mirada con una pasajera que deja de leer, se le nota que no se está enterando de nada. Se encoge de hombros justo cuando se oye el pitido de que se van a cerrar las puertas.

Hasta el Orient Express iba más deprisa, pero esta circunstancia tiene sus ventajas: te da tiempo para ver cómo son las estaciones y cómo son las personas que te acompañan. Tienen la mirada resignada y se ensimisman con los detalles más pequeños. Conde de Casal necesita más iluminación. O a lo mejor es que también la luz está bajo mínimos. Sainz de Baranda pide a gritos otra decoración. Hace calor. Hasta los cantantes ocasionales en busca de unos céntimos de euro han desaparecido. Me acuerdo de Michael Douglas en «Un día de furia». Un simple atasco, unido a sus problemas personales, le llevó a una enajenación muy lúcida que le llevó a abandonar el coche y coger un rifle. Los que estamos aquí mantenemos una falsa serenidad, pero acordarse de Douglas en esa tesitura es preocupante.

Por fin, cuarenta minutos después, llego a Avenida de América e intento salir del vagón como puedo evitando –eso sí, da igual que haya huelga o no– a las mujeres que se hacen paso a caderazos. Tanto en el Metro como en el autobús es ya una costumbre ancestral. Pura supervivencia. Abandono el andén con la misma cantinela: nos recuerdan que el Metro está en servicios mínimos y, otra vez, que disculpemos las molestias... ¿Quién me devuelve las horas de sueño perdidas?, ¿la taquicardia por saber que llegó al trabajo por los pelos?, ¿el perder el tiempo cuando es tan escaso? Conclusión: un trayecto que se resuelve con «normalidad» en veinte minutos, se resolvió con «anormalidad» en cuarenta minutos. Y sigue sumando, los dos autobuses que hay que tomar para llegar al destino. Una hora y media, cuando hace unos días no llegaba a una. Soy humana y puede que hasta no sea solidaria, pero lo reconozco: miro a los empleados del Metro mal, como si me hubiesen secuestrado cuatro días... y los que quedan.


Devolución de los billetes
Todos los viajeros afectados por la huelga sin servicios mínimos podrán solicitar la devolución de sus billetes. En el caso de los usuarios que utilizaron el martes y el miércoles billetes sencillos y de 10 viajes se reintegrará el precio del tícket en las taquillas. También en las taquillas los usuarios con abono podrán solicitar la devolución correspondiente a los días que no han podido utilizar su billete.