Baloncesto

Turquía

Navarro presume de orgullo

La selección española jugará por la quinta o sexta plaza del Mundial de Turquía, después de que Juan Carlos Navarro acudiera al rescate del equipo y que éste venciera a Eslovenia por 97-80.

Navarro es el mejor también en los partidos de consolación
Navarro es el mejor también en los partidos de consolaciónlarazon

La Selección es mucho más que un grupo de jugadores que se juntan cada verano para disputar un torneo internacional. Ese compromiso es la envidia del resto y la gran baza de la que presume la Federación. El mérito radica especialmente en los propios jugadores. En los partidos que nadie quiere jugar; en partidos que parecían olvidados; en ese clásico que era «del 5 al 8»; en el momento más complicado de los últimos diez años, los internacionales volvieron a dar una lección de compromiso. Los que estaban dentro y los que estaban fuera de la cancha. En el parquet se volvió a ganar a Eslovenia. Fuera, Pau Gasol ejercía de comentarista y de reanimador del grupo lejos de los micrófonos. El que faltaba era Calderón.

Pues el base extremeño también apareció por el Sinam Erdem de Estambul. Su apoyo y la guía de Juan Carlos Navarro en el último cuarto bastaron para liquidar a los eslovenos y aparcar, aunque fuese por un rato, el inolvidable triple de Teodosic.

La FIBA tiene estas cosas. Tan pronto aspira a que el tres contra tres se convierta en deporte olímpico como mantiene unos partidos que nadie quiere jugar, de los que todos reniegan. No hay nada en juego. Ni siquiera una clasificación para futuros campeonatos, pero ahí siguen. A España se le atravesó como no podía ser de otra forma. Garbajosa fue muy claro: «Son una tortura». Y lo fue durante la primera media hora. Durante tres cuartos la Selección penó.

Siempre fue por detrás y hubo jugadores que ofrecieron claros síntomas de desesperación. Uno de ellos fue Marc. Su canasta antes del descanso (acumuló 2/7) fue significativa. Anotó, se santiguó, miró al cielo del pabellón, miró a su hermano resopló y se fue jurando a los vestuarios.

Hasta el arranque del último cuarto, España no fue capaz de mirar al marcador y percatarse de que había un partido que ganar. El «culpable» del despertar fue Juan Carlos Navarro. Su Mundial está resultando admirable. A Grecia le endosó 22 puntos; a Serbia fueron 27 y a los eslovenos, 26. Es el único que realmente ha cumplido con lo que se esperaba de él. Cada vez que cogió el balón en el último periodo los eslovenos temblaban. Anotó de dos, de tres, con el defensor encima, en posiciones imposibles... En el banquillo alucinaban con el repertorio de «La Bomba». Desde su 1,91 y con la espalda maltrecha, Navarro es un jugador único. El más desequilibrante de «La Roja» cuando su amigo Pau Gasol no se pone la camiseta de tirantes.

Con el impulso de Navarro, Fran Vázquez volvió a demostrar que ha sido un jugador desaprovechado y el resto del equipo se olvidó de los complejos y se desató para abusar de los eslovenos. Al final, +17 y la sensación de que ante Serbia se pudo hacer mucho más.