Marta Robles
Pequeños maquiavelos
Traficar con niños no es sólo comerciar con los ajenos, también utilizar como moneda de cambio los propios, que es lo que tantas veces hacen los padres separados. «Al niño sólo lo vas a ver si firmas el convenio», «no se te ocurra llevar al niño con la guarra de tu novia» o «como pille a tu novio en casa me llevo al niño a Australia» no son frases de película, pertenecen a la vida real. En las rupturas, los intereses del padre y de la madre y los celos de ambos los pagan los niños. Se chantajea con ellos, se les imbuye de los odios de las partes contándoles historias reales e inventadas y se les utiliza, en definitiva, para tratar de vengarse de la ex pareja. Ellos, en medio de todo, se van sintiendo cada vez más angustiados y confusos; y como creen que traicionan a sus padres en días alternos, acaban por volverse inmunes a sus cuentos. Si resisten el dolor que todo ese proceso les causa –hay casos verdaderamente dramáticos–, un día, sin saber cómo ni por qué, emerge el pequeño Maquiavelo que todos llevan dentro y les hace comprender que ellos también pueden sacar partido a la situación, y conseguir ésto de mamá después de darle la razón y aquéllo otro de papá tras seguirle la corriente. Y así acaban por ser los propios niños quienes, desde pequeñitos, aprenden el valor del chantaje y la mentira y lo utilizan primero con sus padres y luego durante el resto de sus vidas.
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