Cataluña

La eclosión del fenómeno José Tomás

El de Galapagar reivindica la épica taurina a golpe de cornadas y Puertas Grandes eclipsando el crecimiento de los antitaurinos

La eclosión del fenómeno José Tomás
La eclosión del fenómeno José Tomáslarazon

Diez años diez. Una década que en el mundo del toro estuvo marcada por la eclosión definitiva de José Tomás hasta convertirse en el Mesías de la Tauromaquia. Un matador alérgico a los focos fuera del ruedo, donde sin embargo acapara la luz de todos con una devoción enfermiza, llena de misticismo. El de Galapagar, que se doctoró en La México en 1995 y se elevó a los altares del toreo erigiéndose triunfador de San Isidro tres temporadas consecutivas (1997,1998 y 1999), colgó el traje de luces en 2002. Su retirada momentánea generó un agujero negro entre los aficionados que, un lustro después y tras todo un carrusel de rumores, idas y venidas, él mismo subsanó en 2007 con su regreso.

Desde entonces llegó el furor, avivado por su doble y único retorno a Las Ventas un año más tarde. Cuatro y tres orejas respectivamente en sendas tardes para los anales del toreo. Llenos de no hay billetes, peregrinaciones de aficionados en los cosos donde era anunciado, reventas millonarias por conseguir una entrada y sobre el albero, éxitos, tremendos éxitos, tan sólo manchados por su sangre, derramada infinidad de veces –demostrando la verdad del toreo y fruto de unos terrenos que nadie más pisa– para añadirle una pizca de épica a una biografía, de momento aparcada después de la escalofriante cornada sufrida el pasado abril en Aguascalientes (México). El gravísimo percance, de los más duros del año, obligó a cortar la temporada. Ahora, ya prácticamente recuperado, los empresarios se rifan el premio «gordo»: anunciar el regreso del mito en su plaza de toros. Un Dios que los toros necesitan más que nunca. Para salir a flote, se antoja imprescindible que proliferen figuras como la suya o la de José Antonio Morante de la Puebla, a día de hoy, los dos únicos espadas capaces de llenar el tendido por sí solos. Y es que ésta década también ha sido la de los ataques a la Fiesta. El crecimiento del mundo antitaurino ha sido manifiestamente peligroso para una «Piel de Toro» que ya se ha quedado sin astados en Cataluña después de una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que amenaza con correr como la pólvora por otras comunidades autónomas.

Despedida cumbre de Esplá


Estos diez años que tocan a su fin fueron testigos del adiós de matadores que marcaron el paso en los últimos tiempos como Curro Romero (2000), José Miguel Arroyo «Joselito» (2004) o José María Manzanares (2006). Pero, especialmente emotiva fue la marcha de otro alicantino, ejemplo de profesionalidad y oficio en todos los tercios de la lidia. Luis Francisco Esplá se cortó la coleta tras una memorable tarde en la madrileña Feria del Aniversario de 2009. Con 52 años –30 de los cuales como matador de toros–, el levantino desorejó a un buen astado de Victoriano del Río de prófetico nombre, «Beato», para dejar en la retina la Puerta Grande más apoteósica que se recuerda en mucho tiempo.

Junto a los que se van, también triunfaron con fuerza otros que reclaman su lugar y otros que acaban de llegar. Es el caso de matadores ya consolidados como Enrique Ponce, que ya ha rebasado las dos mil corridas, Manuel Jesús «El Cid», que parece vivir en permanente idilio con Las Ventas y los cárdenos de Victorino Martín. Pero, sobre todo, el caso de El Juli, talento precoz, hecho hombre delante del toro. Un prodigio que no deja de crecer, triunfador sin paleativos de este 2010 saliente.