Presentación
Un bolso con tirón político
Apostar por colores vivos transmite esperanza como lo ha demostrado Merkel con su «maxi bag» naranja
Es la mujer más poderosa del mundo y, desde que fue elegida canciller alemana en 2005, ocupa una plaza en el olimpo de los más influyentes del planeta. Según la revista «Forbes», Angela Merkel destaca como «la indiscutible líder de la Unión Europea» y, aunque su nombre no resuena en los santuarios de la moda, su influjo le permite crear tendencia más allá del bucólico paisaje político. A priori, la estética de Merkel no sería capaz de desbaratar el reinado de incontestables fashionistas como Lady Gaga o Rihanna, pero la canciller consigue hacer de la sorpresa su mejor seña de originalidad. Al menos, así lo demostró durante su comparecencia en el Bundestag el pasado miércoles, cuando pronunció un encendido discurso en el que se erigió como la férrea defensora de la moneda europea. Además de acaparar portadas en medio mundo por el contenido político de su intervención, uno de los aspectos que más llamó la atención fue el maxi bolso naranja con el que la canciller deslumbró a los presentes en el parlamento alemán y que, según los expertos, no es algo baladí, sino que forma parte de su discurso. Para la psicóloga y experta en lenguaje no verbal, Valvanuz Sánchez de Amoraga, la explicación es sencilla. «Después de las grandes crisis económicas (como el crack del 29) el mundo de la moda ha potenciado la explosión de colores porque psicológicamente es muy positivo, son capaces de alegrar a la gente». Y añade: «Es una forma de compensación en la que intentas contrarrestar mensajes negativos. Es como cuando tienes un mal día y te arreglas más. Buscas ánimo, ilusión y esto es algo que te aporta esperanza».
En concreto, los tonos ácidos como el naranja transmiten vitalidad, juventud y modernidad. Unas cualidades que aunque en principio no parezcan reflejar demasiado el carácter de la canciller, sí son elementos muy estudiados en su imagen porque, al ser tonalidades fuertes denotan una gran personalidad y firmeza. «Alguien que tiene poco carácter no lleva un tono de este tipo. Lo que Merkel pretende transmitir es que tiene toques modernos e ideas avanzadas y así consigue suavizar la imagen que arroja con su vestimenta, que a veces es excesivamente clásica. Esa combinación entre vanguardia y sobriedad resulta muy positiva», comenta Sánchez de Amoraga.
Al margen de los guiños políticos y de los mensajes subliminales que intenta expresar con su look, la canciller siente pura devoción por los bolsos. La prensa alemana ha estudiado paso a paso cada complemento que la líder del gobierno exhibe en sus apariciones públicas. Y aunque esa faceta «fashion victim» no es un asunto conocido por los medios extranjeros (para los que la canciller es una mujer cuya estética pasa bastante inadvertida) sus bolsos son en Alemania un asunto de estado. De hecho, la oposición criticó abiertamente el modelo naranja de la firma Longchamp que lució esta semana. Y no sólo porque sea de una marca francesa y esté valorado en más de 300 euros, sino porque sus rivales políticos consideran que es un símbolo de ostentación nada oportuno en estos tiempos de crisis. Sin embargo, desde que la canciller lució por primera vez este complemento el pasado 9 de mayo se ha dejado ver con él en numerosas ocasiones ajena a la polvareda de críticas que algunos levantaron a su alrededor. Una característica que parece sintonizar bien con su personalidad. «Suelen ser personas con mucha fuerza interior y no son gente extremadamente sensible porque para llegar hasta donde están han tenido que luchar mucho. Este tipo de mujeres desarrolla un carácter muy duro, se sienten constantemente evaluadas y tienen un nivel de autoexigencia mucho mayor que el resto. Por eso, algunos sostienen que como jefas son peores, porque lo que hacen es reflejar todo lo que a ellas les ha costado alcanzar su puesto», explica la psicóloga.
Un original «clutch»
Uno de los bolsos con los que Merkel causó mayor sensación fue con el original diseño de Bettina Schoenbach que eligió para acudir a una inauguración en 2007. La prensa alemana lo calificó como «el bolso flotante» porque se trataba de un modelo «clutch» (de tamaño reducido) pegado a la muñeca mediante de una correa. El efecto impresionó a los estilistas que no dejaron de admirar la valentía de la canciller apostando por un modelo tan arriesgado. Conocedores de su pasión por este complemento, en la Feria Internacional del Juguete celebrada en Nuremberg en 2009, Merkel recibió un original regalo: un bolso con forma de perro diseñado para ella con el que posó durante su visita a los stands, aunque nunca se aventuró a llevarlo al Bundestag.
Líderes XXL
No sólo la canciller alemana ha mostrado su gusto por los bolsos. Otra de las mujeres más influyentes del planeta (la segunda en la lista «Forbes») Hillary Clinton, llegó a confesar tener toda una filosofía de vida respecto a este complemento. En una entrevista realizada el pasado febrero en la revista «Harper's Bazaar» Clinton aseguraba tener un modelo Ferragamo en rosa chicle «que adoro y que lo llevo tanto en primavera como en enero». Tanto es así que uno de los asesores de la demócrata aseguraba que «nada hace tan feliz a la secretaria de Estado como un buen bolso». La feminidad parece ser un valor en alza entre las líderes mundiales que, si desde la era Thatcher adolecían de cierta «masculinización» ahora parecen mostrar sus «debilidades» sin tapujos. «Si cuidas en exceso tu imagen sobrevaloras la opinión de los demás y demuestras vulnerabilidad e inseguridad porque intentas agradar. Por eso la mujer ha cometido el error de renunciar a su feminidad para ejercer el poder, que se asociaba tradicionalmente a un rol masculino», explica la psicóloga. Sin embargo, parece que ahora lo «trendy» en el mundo de la política es no ocultar las características que se asocian a la mujer y por eso, muchas políticas tiran del bolso porque el bolsillo ya se les queda pequeño.
El mito
LA CLÁSICA THATCHER
Quizá fue la primera mujer y política que lo exhibió no sólo como un signo puramente femenino, sino como un símbolo de poder y carácter. Era habitual verla alternar con los hombres más influyentes del planeta vestida de manera sencilla pero sin abandonar su querido bolso, que la acompañó durante más de 30 años. Con él visitó a Ronald Reagan en la Casa Blanca en 1985 y recibió a Mijail Gorbachov en Downing Street. El complemento en cuestión, un Asprey clásico, de tamaño mediano, asa corta, con remates de piel y remaches dorados, fue donado por Margaret para fines benéficos y lo adquirió el pasado junio un ciudadano anónimo con el seudónimo «cypriot» (chipriota) por 25.000 libras (28.000 euros). Otro bolso de Thatcher, un Salvatore Ferragamo de color beige, fue comprado en julio de 2000 por un hombre de negocios escocés, Ian Rushbrook, que pagó 82.000 libras (más de 91.000 euros). Atrae el morbo de saber qué papeles de estado llevó en aquellos bolsos la mujer más poderosa de su época.
- HILARY CLINTON
La secretaria de Estado de EE UU es asidua a los bolsos XXL, como el que llevó a su reunión con Sarkozy.
- CONDOLEEZZA RICE
Aunque no es una «fashionista» empedernida, su elegancia la lleva a invertir en accesorios de corte clásico.
- CRISTINA KIRCHNER
Derrocha millones en bolsos. Hace poco levantaba ampollas por llevar un Birkin de Hermès y un Dior de alta gama.
- ESPERANZA AGUIRRE
Admirada por su estilo juvenil y moderno, luce siempre originales modelos, como éste en forma de capote.
- CARME CHACÓN
La ministra de Defensa los consume a dos manos. Asidua al «Doctor Bag», lo combina con acierto.
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