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Cuestión de higiene por Javier G Ferrari

La Razón
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Resulta patético escuchar al todavía presidente de la Junta andaluza hablar de las mentiras del PP en su desesperado empeño por mantener un poder que se ha ejercido desde la impunidad en los últimos treinta años. Según Griñán el Gobierno de Rajoy ha traído más paro y ha subido los impuestos después de haber prometido que no lo haría durante la campaña electoral. La verdad es que los datos de febrero hablan de otros ciento veinte mil parados más y la nómina de este último mes ha llegado hasta nosotros un poco más escuálida. Lo que olvida Griñán es que el país que ha recibido en herencia el PP no lo reconoce ni la madre que lo parió como augurara Guerra hace tres décadas. El presidente y aspirante a seguir siéndolo, tiene los armarios de su administración repletos de cadáveres en forma de ERE fraudulentos, dinero derrochado a manos llenas en crear una red clientelar, y el dudoso honor de gestionar la región con mayor número de desempleados. De paro Griñán sabe mucho. No en vano fue ministro de Trabajo en los estertores del felipismo cuando el paro alcanzó cotas estratosféricas. La estadística nos enseña que los socialistas siempre abandonan el poder dejando el país hecho unos zorros y que tienen la habilidad de volverse amnésicos un minuto después de perder las elecciones. Ellos se vuelven amnésicos e intentan que los ciudadanos también borren de su memoria los desaguisados. Escuchar ahora a los líderes socialistas sin que sus palabras provoquen arcadas requiere un estómago de acero inoxidable. El 25 de este mes los andaluces tienen la oportunidad de abandonar la resignación subvencionada. Si hacemos memoria, descubriremos que los dos candidatos fueron ministros de trabajo pero con resultados muy distintos. Los sindicalistas que no están instalados en la pancarta partidista y el cazo, todavía recuerdan la capacidad de diálogo de Arenas. Esa capacidad es la que ahora necesita Andalucía. Es cuestión de higiene.