Historia
Igualdad por Sabino MÉNDEZ
Se acaba de presentar en los festivales «Barcelona, antes de que el tiempo lo borre» de Mireia Ross. Es un documental, memoria desde 1850, sobre una familia de la alta burguesía barcelonesa. La directora pone en primer plano a uno de los últimos vástagos de esa saga. A través de él, de sus recuerdos y de los secretos familiares, vamos asistiendo a un retrato burgués catalán. Hablando de ello con ese narrador, Javier Baladía, comentamos que su familia era la ilustración ideal porque contenía al completo el muestrario de los estereotipos de carácter que la burguesía barcelonesa habitualmente entrega al mundo: el místico, el misántropo, el sablista, la moderna, la matriarca, etc. Unos apoyaron a la República y otros a Franco pero, como clásica familia catalana, predominó el interés particular.
Entre las que se declararon republicanas estaba la soltera Isabel Llorach, que había albergado a Nijinsky en los veinte, bailando en su casa, y que patrullaba el barrio chino en su Rolls Royce a la caza de artistas y juerguistas. La Llorach proponía igualar por arriba, no por abajo. Quería que los pobres pudieran conocer el champán de Reims. O sea, civilizarse, porque hacerlo no es otra cosa que acumular informaciones y experiencias para aumentar nuestro juicio crítico. Probar la becada y la poularda, para saber si pueden ser mejores para el humano que las ostras. Conocer también si nos sentará mejor una uva Malbec que una Verdejo. Recordarlo para transmitirlo. Cosas así. No exquisiteces sino obras del ser humano. Se trataba de ser iguales para que todos las pudieran conocer y valorar, no de serlo en que nadie pudiera disfrutar de ellas. Eso es con lo que soñaba la señora Isabel Llorach, burguesa. ¿No les parece que es una curiosa teoría que podría ser muy aplicable para nuestra actualidad?
✕
Accede a tu cuenta para comentar