San José

Antonio Cañizares: «El Papa se ha mojado con los jóvenes»

Discreto, con la humildad que le caracteriza a pesar de que en muchos momentos recibiera vítores a su paso –véase las ovaciones a la salida de la catedral de la Almudena el pasado sábado–. Así ha seguido el cardenal Antonio Cañizares la Jornada Mundial de la Juventud dentro del séquito papal como prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, a pocos metros del Papa, acompañándole en cada una de sus citas con los jóvenes y atento a cada uno de los gestos de Benedicto XVI en su tercer viaje a España.

El cardenal Cañizares ha acompañado al Papa en su tercer viaje a nuestro país
El cardenal Cañizares ha acompañado al Papa en su tercer viaje a nuestro paíslarazon

–¿Cómo ha vivido esta JMJ el cardenal Antonio Cañizares?
–Con un gran gozo, en acción de gracias a Dios porque ha estado muy grande con nosotros y ha sido una gran experiencia. La JMJ ha sido un signo de una presencia de Dios que actúa muy fuertemente en los jóvenes. Para mí es un momento no solamente inolvidable, sino una llamada al realismo muy grande y a una actuación muy responsable.

–Se echa el cierre a la JMJ. Y ahora, ¿qué?
–Hay que evangelizar a los jóvenes, tener confianza en ellos, no enjuiciar ni condenarlos, estar cercanos a sus preocupaciones, escucharles, vivir con ellos y comprenderlos. No nos están pidiendo simplemente ideas y valores, sino la persona de Jesucristo que da origen a una nueva sociedad. Hay que tener una gran confianza en una pastoral de jóvenes y volcarnos en una acción evangelizadora inseparable a la pastoral de las familias, a la potenciación de las escuelas católicas, de las parroquias y de los movimientos, que hay que cultivarlos. El encuentro vocacional de Kiko Argüello del lunes demuestra que cuando se llama y se apuesta por los jóvenes y se les dice: «Vosotros podéis dar una respuesta al Señor», ellos responden.

–Días antes de la JMJ, se desterraban informes sobre el alejamiento de los jóvenes de la Iglesia. Los dos millones de peregrinos de Cuatro Vientos, ¿lo ponen en duda?
–Al ver a esa juventud tan presente en una multitud inmensa sentía una llamada a la responsabilidad de la Iglesia. Los jóvenes han venido de todas partes del mundo anhelando una palabra del Papa de esperanza. De alguna manera evocaba la multiplicación de los panes, cuando Jesús tuvo compasión con aquellos que acudieron a él y les dijo a los apóstoles: «Dadles vosotros de comer». Yo sentí esa llamada que nos está diciendo: «Dadles vosotros de comer a estos jóvenes que están hambrientos, que lo necesitan». La Iglesia en España ha vivido un momento de renacimiento y de recuperar las fuerzas, que tal vez las tenía debilitadas. La Iglesia no es una institución correosa ni molesta. Por eso, aunque no fuera de manera explícita, estos días ha estado muy presente la invitación de Juan Pablo II a no tener miedo. España y la Iglesia en España no debe tener miedo de anunciar a Dios, porque es donde está el futuro de la humanidad.

–Hace hincapié en servir a los jóvenes cuando en España se les etiqueta desde hace meses como «indignados».
-La actitud de los peregrinos ha sido una lección para toda España, porque nos han dicho con sus gestos y con sus palabras de estos días que hay un futuro, que la humanidad y la sociedad pueden cambiar. Aunque haya una crisis económica, el Papa nos ha recordado en este viaje que el hombre está por encima de la economía. Pero para eso tenemos que ser solidarios, estar unidos, tener un respeto hacia la persona, valorar la dignidad y la grandeza de ser hombre. En este momento de crisis de humanidad que vive España, la presencia del Papa es una llamada para volver a nuestras raíces, volver a lo que somos realmente, lo que ha hecho grande nuestra historia.

–De hecho, Benedicto XVI se despidió en Barajas el domingo recordando a nuestro país que «puede progresar sin renunciar a su alma profundamente católica».
-Si no es así, España deja de ser España. Cuando uno deja de ser lo que es, todo el mal se cierne sobre uno. La fortaleza está ahí: en recuperar el alma de nuestro pueblo español. Hace poco oí a una persona relevante que decía que España ha dejado de ser católica. De eso nada, la mayoría somos católicos. Lo católico es lo que realmente da un futuro y lo que hace que recobremos el ánimo frente a la adversidad.

-En cualquier caso, el Papa ha demostrado conocer a fondo la realidad de nuestro país.
-He podido estar muy cerca de él. Tiene mucha confianza en España, ve cómo el pueblo español es el que se ha manifestado estos días en las calles de Madrid. Ésa es la España que reconoce y que le hace valorar de una manera muy singular. Quiere que España sea ejemplo para todas las naciones.

–Trabaja codo con codo con el Santo Padre, ¿con qué sensación cree que ha regresado a Roma?
–Le he visto muy contento, he visto en él un hombre de fe y con una cercanía grandísima, no sólo a los jóvenes, sino a todos. Le he visto gozando con la reacción de la gente en las calles y en las plazas que han sido punto de encuentro. Esta acogida le ha hecho al Papa vibrar con una experiencia de una Iglesia joven, que es la esperanza del mundo, que está viva y muy unida a su Pastor.

–También ha dado muestras de una gran fortaleza física y espiritual. Prueba de ello es su templanza durante la tormenta de la Vigilia en Cuatro Vientos...
-Ese signo fue una muestra más de que quiere estar con los jóvenes, a su lado, mojándose con ellos y por ellos. Ha dejado constancia de que en la adversidad el Papa y la Iglesia también están con ellos. Nos ha dado un ejemplo de fortaleza en el amor, de ánimo, poniendo sus fuerzas al servicio del Evangelio. No se notaba que tuviera 84 años.


Entre la ternura y la alegría
Son muchos los momentos que el cardenal Cañizares guarda en su memoria fotográfica de la JMJ: «El más impactante fue el momento en que un joven en el hogar de San José, de los hermanos de San Juan de Dios, ofrecía su testimonio al Santo Padre y el inmediato saludo del Papa. Ahí se veía la ternura misma de Dios y toda la confianza de un joven en Dios, que espera todo de él, el amor de su familia y de esa Iglesia que acoge y anima al que más lo necesita.

También me llevo el vibrante encuentro con las religiosas en El Escorial. Allí se veía a unas jóvenes que, viviendo la radicalidad del Evangelio con una alegría desbordante», asegura a la vez que también destaca la misa con los seminaristas.